— ¿Qué es la prostatitis?
— La prostatitis consiste en la inflamación de la próstata, que es una glándula del tamaño de una nuez ubicada justo debajo de la vejiga en los hombres. Normalmente es producto de una infección bacteriana que de no tratarse a tiempo puede cronificarse. Casi la mitad de los hombres vivirán en primera persona en algún momento de su vida esta dolencia, que no supone un factor de riesgo para cualquier otra patología.
— ¿Qué síntomas presenta?
— La sintomatología suele ser variada y oscilar dependiendo de su causa. Entre las señales más frecuentes se encuentra el dolor, ardor y dificultad para orinar a la vez que necesidad urgente de hacerlo. La micción es posible que resulte turbia o contenga sangre. También puede registrarse dolor en la ingle, el abdomen, la zona pélvica, lumbar o los genitales, que puede acompañar la erección o la eyaculación e incluso dificultarla. Otros síntomas son similares a los de la gripe, como la fiebre y los escalofríos. No obstante, en la prostatitis asintomática inflamatoria, como su propio nombre indica no existen síntomas que revelen su aparición.
— ¿Cuáles son sus causas?
— La prostatitis bacteriana aguda es provocada generalmente por cepas comunes de bacterias al filtrarse desde la orina a la próstata. La infección puede comenzar cuando las bacterias presentes en la orina se filtran en la próstata. Algunas razones de esta transferencia pueden ser un bloqueo que reduce o evita el flujo de orina hacia afuera de la vejiga, una lesión entre el escroto y el perineo, la fimosis o haberse sometido a una citoscopia, biopsia de próstata o sonda vesical. Si no se eliminan las bacterias correctamente puede desarrollarse prostatitis bacteriana crónica. También es posible que se producto del contagio de enfermedades de transmisión sexual y en ocasiones no existe una causa conocida.
— ¿Existen factores de riesgo?
— La edad constituye uno de los principales factores de riesgo ya que se trata del trastorno urológico más común en hombres de menos de 50 años mientras que entre los que superan la cincuentena se sitúa en tercer lugar. Padecer una infección en la uretra o vejiga, haber tenido una prostatitis anteriormente, los traumatismos pélvicos, cirugías y enfermedades autoinmunes son otras circunstancias que hacen más posible su aparición.