Los primeros años de vida son fundamentales para el progreso de la visión. Cualquier patología que surja en la infancia puede ocasionar defectos permanentes en la función visual si no se tratan a tiempo. Por ello es muy importante un adecuado control durante la edad pediátrica ya que la vista no está totalmente desarrollada al nacer y evoluciona progresivamente.
«Prevención, diagnóstico, tratamiento y cirugía en los casos precisos son los fundamentos para tratar cualquier patología visual a cualquier edad, cuatro parámetros que componen la atención oftalmológica integral que ofrecemos en Hospital Perpetuo Socorro», asegura el doctor Javier Goas Iglesias de Ussel, especialista en Oftalmología del centro hospitalario.
La primera revisión de la vista se debe realizar a los cuatro años si no existe ningún síntoma previo que aconseje adelantarla. Tras la misma hay que seguir las recomendaciones que se realizan y, según los resultados de esta primera consulta, se determinarán los plazos posteriores en los que volver a acudir al especialista.
«Es vital realizar la primera consulta entre los tres y cuatro años ya que desde el nacimiento hasta esta edad el cerebro está desarrollando las conexiones precisas con los ojos para desarrollar una buena visión por ambos. El bebé al nacer no sabe ver y va aprendiendo poco a poco, como a caminar, nadar o hablar. Primero empieza a distinguir la claridad, luego los contrastes, posteriormente las formas y colores y sigue mejorando la visión paulatinamente hasta los ocho años aunque a los cuatro registra el momento de madurez suficiente para realizar la primera revisión. Por ello todo lo que se trate después de los ocho años referente a problemas de aprendizaje visual será ya imposible de resolver», explica el oftalmólogo de Hospital Perpetuo Socorro.
La ambliopía, también conocida como ojo vago; el estrabismo, consistente en la desviación de uno o los dos ojos, y los problemas refractivos, esto es, la miopía, el astigmatismo y la hipermetropía son algunos de los más habituales durante la infancia. De hecho, uno de cada cinco niños en edad escolar necesita corrección visual.
El ojo vago es una de las causas más comunes de pérdida de visión en los países desarrollados ante la que es conveniente estar alerta especialmente si el niño presenta antecedentes familiares de esta problemática u otras de refracción o retina o si nació de forma prematura.
La miopía se produce cuando se ve mal de lejos ya que existen problemas para enfocar objetos a distancia. La hipermetropía es el problema contrario, y la dificultad se produce ante objetos cercanos mientras que con el astigmatismo el niño percibe una visión deformada de los objetos, tanto de lejos como de cerca, asociándose tanto a la miopía como a la hipermetropía.
En muchas ocasiones puede darse incluso que un ojo tenga una visión adecuada y el otro no, lo que hará difícil la detección del problema ya que el niño puede no notar nada, ni sus padres, porque empleará el ojo que ve bien e ignorará la baja visión del otro.
«Desde los cuatro a los ocho se produce la madurez visual. Si en esta etapa no se acude al oftalmólogo y se detecta la ambliopía será imposible corregir posteriormente este fallo en la visión”, advierte el doctor Javier Goas. Es en este período trascendental en el que hay que vigilar muy de cerca la visión para evitar que haya problemas que posteriormente será imposible resolver.
Es importante asimismo estar atentos a las quejas del niño con la actividad escolar que se inicia este mes o el uso de pantallas electrónicas. Si se quejan de dolor de cabeza, con frecuencia se debe a patología oftalmológica. En la adolescencia pueden dar la cara, si no ocurrió en la niñez, o se van agravando los problemas de refracción.
Hablando de los dispositivos electrónicos, diversos estudios apuntan a que su utilización excesiva en la infancia, junto con la falta de hábitos de lectura y de juegos al aire libre, son responsables de que aumenten los problemas oculares durante la niñez. Por ello es preciso moderar su uso y descansar la vista periódicamente. «El ser humano antes realizaba casi todas sus actividades mirando hacia abajo, lo que se traducía visualmente en una apertura de la pupila de 5-6 milímetros y un parpadeo instantáneo con la consiguiente hidratación del ojo. Con el ordenador, el móvil, los videojuegos o la televisión la apertura de la pupila es mayor, el parpadeo e hidratación se reduce, a lo que contribuye en Canarias el clima y los ojos empiezan a tener problemas de sequedad que afectan la visión», continúa el oftalmólogo.
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