— ¿Qué es la otitis externa?
— Una infección que cursa con inflamación del oído que puede ser externa o media dependiendo de su localización, y aguda o crónica en función de su duración. En el caso de la otitis externa, puede ser localizada o difusa. Esta última aparece en el caso de otitis externa relacionada con el agua. El problema aparece cuando el agua que ha entrado en el conducto auditivo no sale por completo dejando una cavidad humedecida que no está al aire libre. En esta situación se dan las condiciones necesarias para que crezcan los gérmenes que habitualmente viven en la piel que recubre el conducto, apareciendo entonces esta infección. Es muy frecuente en verano hasta el punto de tratarse de una de las principales urgencias estivales y la patología otorrinolaringológica más común en verano.
— ¿Por qué es tan frecuente en verano?
— Por el mayor tiempo de ocio existente en el que con el calor se incrementan los baños en playas, piscinas o estanques, entre otros entornos. La piel o epitelio que comentábamos que recubre el conducto auditivo y que sirve precisamente para proteger el oído de hongos y bacterias se ve afectada por la humedad y el calor que permiten la proliferación de estos gérmenes.
— ¿Cuáles son sus síntomas?
— Dolor de oído, que suele ser muy intenso, especialmente al tragar; sensación de oclusión o presión, leve pérdida de audición; picor y percepción de humedad en la zona, generalmente por supuración son sus principales síntomas, También pueden producirse otras señales como vértigos o pérdida de equilibrio e incluso náuseas y fiebre, aunque son menos usuales.
— ¿Qué factores pueden favorecer su aparición?
— La ausencia de cerumen en el oído así como de manto ácido o capa lipídica puede favorecer su aparición puesto que este actúa como protección. No obstante, un exceso de cera tampoco es conveniente pues la formación de un tapón podría ser también peligrosa para la aparición de la otitis por lo que si se tiene tendencia a su formación puede ser recomendable su eliminación por un profesional antes del comienzo del verano. La dermatitis alérgica, el estrés, los ambientes con polvo, las perforaciones timpánicas, cirugías previas en los oídos, la diabetes o inmunodeficiencia y las aguas contaminadas son otros factores de riesgo a tener en cuenta, al igual que los eccemas del conducto o la sudoración excesiva.