La consulta preanestésica

17 junio, 2019
Jorge Fernández, especialista en Anestesiología

La valoración preanestésica es el protocolo de estudio que permite la evaluación del estado físico y el riesgo del paciente para establecer un plan anestésico de acuerdo con su análisis y, de ser posible, respetar la preferencia del paciente. Su objetivo es valorar a un paciente con el fin de establecer, junto con los cirujanos, la relación beneficio-riesgos de una intervención determinada, proponer e iniciar un tratamiento, así como informar al paciente y obtener su consentimiento en relación con el procedimiento sugerido.

La primera publicación relativa al interés de una consulta médica a cargo de un anestesista antes de una intervención quirúrgica de riesgo data de 1949. La década de 1970 vio surgir la reflexión sobre la valoración preoperatoria en las publicaciones internacionales. A pesar de las grandes reticencias iniciales derivó en un éxito absoluto que demostró una mejora de la eficiencia en la atención a los pacientes.

Esta consulta preoperatoria actualmente es obligatoria en todos los procesos quirúrgicos que se realicen en quirófanos donde se necesite la presencia de un anestesiólogo y ha demostrado su importancia para una óptima atención al paciente. «Se trata por tanto de un procedimiento de gran relevancia que para los pacientes que no están ingresados se efectúa en el contexto de las consultas externas de Hospital Perpetuo Socorro», explica el doctor Jorge Fernández Sánchez, especialista en Anestesiología del recinto hospitalario.

De hecho, «puede representar hasta el 30% del tiempo médico ante el procedimiento de la anestesia ya que su ejecución supone una mayor seguridad frente a la intervención, con disminución de la morbilidad y la mortalidad postoperatorias. Estos beneficios se consiguen tanto en pacientes con grandes comorbilidades como en personas con riesgo bajo previstas para las cirugías ambulatorias. A la inversa, algunos estudios demuestran que la falta de valoración del estado de los pacientes o una evaluación ineficaz influye en 11,6% de los accidentes intraoperatorios y puede ser la causa de hasta el 40% de los fallecimientos», asegura el doctor Jorge Fernández. De ahí su gran importancia.

Y es que permite verificar no sólo el estado de salud del paciente sino que no se haya producido ninguna modificación en el mismo si es necesario que se realicen reoperaciones. «No hay un argumento concreto para definir un intervalo máximo entre las anestesias. Este lapso puede modularse en función de la magnitud de la intervención prevista, del estado del paciente y de su evolución», detalla el especialista en Anestesiología de Hospital Perpetuo Socorro.

Para determinar el nivel de riesgo existe un sistema de cuantificación. El instrumento más usado para evaluar este peligro es la clase ASA de la Sociedad Americana de Anestesiólogos. Esta clasificación distingue entre pacientes sanos (clase I), personas con patologías leves controladas que pueden relacionarse o no con la intervención quirúrgica en cuestión (clase II), pacientes con enfermedades sistémicas graves pero no incapacitantes (clase III) como por ejemplo cardiopatías severas o descompensadas, diabetes mellitus descompensadas o enfermedades vasculares sistémicas.

La clase IV la conforman pacientes con enfermedades graves e incapacitantes que constituyen una amenaza para la vida y que no siempre se puede corregir mediante la cirugía, como la insuficiencia cardiaca, respiratoria, renal, o descompensadas, entre otras. Por último, la clase V engloba a enfermos en estado terminal o moribundos.

La duración de la valoración preanestésica debería modularse y adaptarse a la clase ASA del paciente y la relación entre los riesgos del paciente y los quirúrgicos puede usarse luego para definir las pruebas complementarias y prever la monitorización necesaria durante la cirugía.

«La consulta debe realizarla obligatoriamente un especialista en Anestesia o personal en formación de la especialidad. La práctica de esta valoración y de la anestesia por el propio anestesiólogo es especialmente apreciada por los pacientes y forma parte de los indicadores de buenas prácticas en muchos países», continúa el doctor Fernández.

En suma, «la consulta preanestésica es de alguna forma un tipo de chequeo médico donde interactuamos con el paciente de forma más integral, teniendo en cuenta no sólo su estado clínico, patología quirúrgica, resultados de pruebas de laboratorio, estado nutricional, psicológico y farmacológico sino explicando de manera clara y concisa la técnica anestésica a la que será sometido, sus posibles complicaciones y riesgos. También se tienen en cuenta si es posible las preferencias de los pacientes y se requiere la firma de un consentimiento una vez leído y explicado debidamente, siendo necesaria la mayoría de edad del paciente la rúbrica de los padres o tutores en caso de tratarse de un menor de edad», concluye el especialista en Anestesiología de HPS.

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