— ¿Qué es la osteoporosis?
— Es una enfermedad que altera la calidad del sistema esquelético, disminuyendo su densidad. El hueso es un tejido vivo que se renueva constantemente. Aparece cuando se rompe el equilibrio entre la formación de nuevo tejido óseo y la destrucción de hueso envejecido. De esta forma se vuelven más delgados y frágiles, lo que reduce su resistencia frente a los traumatismos y se incrementa el riesgo de sufrir fracturas.
— ¿Cuáles son sus causas?
— Existen dos tipos de osteoporosis: la primaria y secundaria. La primaria se produce cuando aparece sin ser provocada por efecto de otra enfermedad. En este grupo se engloba la osteoporosis tipo I o postmenopáusica, relacionada directamente con el déficit de estrógenos que registra la mujer tras la menopausia; la tipo II o senil, debido al envejecimiento y cuyo riesgo comienza a partir en torno a los 50 años y aumenta progresivamente. Por último está la osteoporosis idiopática juvenil o del adulto, de causa desconocida. Las osteoporosis secundarias, por su parte, son producto de los efectos de patologías reumáticas, endocrinológicas, hematológicas, o están relacionadas con el uso de medicamentos como los corticoides o el omeprazol.
— ¿Existen factores de riesgo que contribuyen a su aparición?
— Efectivamente. Algunos de ellas no son modificables como la edad, la menopausia o los antecedentes familiares de osteoporosis o alto número de fracturas. En otros sí es posible actuar como una inadecuada alimentación, un peso insuficiente, el consumo de tabaco, alcohol, café, refrescos, el sedentarismo o la inmovilización. Y aunque se piense habitualmente en esta enfermedad como más bien propia de las mujeres y es cierto que es un grupo especialmente afectado tras la menopausia, lo cierto es que ambos sexos pueden verse afectados y ser especialmente frecuente a partir de los 70 años.
— ¿Cuándo debe sospecharse de su existencia?
— La osteoporosis no provoca síntomas específicos que indiquen su existencia. Puede sospecharse de su posible aparición por el inicio de la menopausia, una edad avanzada o el padecimiento de enfermedades que pueden derivar en una debilidad ósea como por ejemplo el hipogonadismo, la enfermedad de Cushing, la anorexia nerviosa, el alcoholismo o el hiperparatiroidismo primario, por poner algunos ejemplos. No obstante, la indicación más clara de su existencia son las microfracturas o fracturas frecuentes y por golpes o caídas de escasa importancia.
— ¿Hay algunas zonas más afectadas por estas fracturas?
— Las localizaciones más frecuentes las constituyen la muñeca, cadera y vértebras. Concretando por el tipo de osteoporosis, las de vértebras son más habituales en las postmenopáusicas que producen dolores muy agudos en la espalda y condicionan la aparición progresiva de deformidades de la misma, fundamentalmente disminución progresiva de la talla por aplastamientos vertebrales. Este dolor puede dar paso a un dolor sordo y más continuo, producido por microfracturas, y que muchas veces es el síntoma que lleva al diagnóstico. En el tipo senil destacan las de cadera, la de mayor gravedad, y muñeca.
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