En contra de lo que pudiera creerse, si el tumor se diagnostica precozmente y lo suficientemente temprano como para una intervención, la cirugía sigue siendo el tratamiento más eficaz en la mayoría de los enfermos de cáncer. La quimioterapia también es pieza fundamental para tratarlo, en algunos casos ayudando a curarla enfermedad y en otros, prolongando la vida. Además de los tratamientos quirúrgicos y quimioterápicos, la radioterapia también ayuda en el tratamiento de muchas de las personas que lo sufren, asegura el doctor Ángel Blanco Becerra, especialista en Medicina Interna de Hospital Perpetuo Socorro.
El mito de que las hierbas medicinales o productos de herboristería pueden curar el cáncer también se encuentra extendido. Es cierto que algunos de ellos podrían ayudar a tolerarlos efectos secundarios del tratamiento, pero no hay ninguno de ellos que disponga de evidencia científica que lo avale como eficaz en el tratamiento del cáncer ni que demuestren su poder curativo. De hecho, algunos de estos productos pueden ser perjudiciales cuando se consumen durante el tratamiento quimioterápico o la radioterapia porque pueden interferir con su funcionamiento y afectar a su eficacia. Por ello, los pacientes con cáncer deben mantener informado a su médico de cualquier producto alternativo que puedan estar usando, incluidas las vitaminas y los productos de herboristería, dado que podrían afectar a los resultados del tratamiento médico y causar efectos secundarios relevantes.
Tampoco las terapias alternativas han demostrado ser eficaces en la cura del cáncer pero sí pueden ser un acompañamiento en la terapia que realice el paciente, siempre bajo indicaciones médicas. Ejemplos serían la práctica de yoga o de reiki, que en ocasiones permiten controlar y minimizar los efectos de algunos tratamientos, además de la angustia y tensión que pueda sufrir el enfermo derivadas de la enfermedad o del tratamiento. También existen falsas creencias en relación al tratamiento médico, y es común el pensamiento de que, una vez comenzada la quimioterapia o radioterapia, la persona no podrá realizar ninguna actividad y tendrá que abandonar su vida habitual, su trabajo, el deporte, sus aficiones e, incluso, a sus amigos. Este pensamiento es radicalmente falso dado que los tratamientos que se usan para combatir el cáncer afectan a cada persona de una manera diferente e individual. Esta afectación depende en gran medida del estado de salud y de su situación previa al tratamiento. Así, la mayoría de los pacientes afectos de cáncer, continúan con su vida habitual mientras reciben tratamiento.
Aunque la mayoría de los fármacos usados son tóxicos para el organismo, casi la totalidad de los efectos secundarios que producen se pueden prever y esto permite al paciente prepararse para afrontarlos interrumpiendo lo menos posible su vida habitual. Para ello, es imprescindible una buena comunicación con el oncólogo, fluida, veraz y cercana, que ayude al paciente y a sus familiares a anticiparse a los efectos de la terapia. Además, es falso que el dolor sea un síntoma certero de que el cáncer está avanzado, siendo también errónea la creencia de que si el tumor progresa provocará más dolor. No todos los cánceres duelen y el dolor que provocan no implica una mayor o menor supervivencia. Disponemos de numerosos recursos para tratar el dolor, que nos permiten controlarlo y aliviarlo. Uno de ellos es el uso de analgésicos opioides como la morfina, que nos ayuda a controlar el dolor severo que padecen personas con cáncer u otras enfermedades. Su consumo en este sentido no genera adicción, pudiéndose reducir la dosis cuando el dolor se controla y se resuelve la causa del mismo.