— ¿Aumentan las consultas a gabinetes de psicología al acercarse la Navidad?
— Sí, es un fenómeno muy habitual. En esta época es verdad que la gente viene más a consulta hasta el punto de constituir uno de los principales picos del año de búsqueda de ayuda psicológica. Esta situación surge desde que comienza el otoño, momento en el que ya hace mella el menor número de horas de sol, que empieza el frío y existe una mayor sensación de cansancio, entre otras cuestiones. A esto se suma que se aproxima las Navidades como preguntabas, unas fiestas que nos hacen tomar conciencia de nuestras carencias (que casi siempre hay). Estas pueden ir desde problemas económicos en una época de especial gasto, fallecimientos de personas queridas (los que ya no están) con las que ya no podemos celebrar las fiestas a las mesas vacías por separaciones o por conflictos familiares, por poner algunos ejemplos. La Navidad está por todas partes a modo de publicidad, lo que nos hace recordar continuamente que «debemos ser felices» y tomamos mucha más conciencia en definitiva de nuestras carencias.
— ¿Contribuye el final del año a este fenómeno?
— Efectivamente. A todo lo expuesto hay que añadir que cuando termina el año nos han enseñado a evaluar y hacer recuento de lo que hemos conseguido o no este año. Nos comparamos con los demás y con nosotros mismos en el pasado y con los proyectos que no hemos cumplido... es como pasar un auto examen que no siempre es fácil de aprobar y que nos lleva en muchas ocasiones a incrementar los niveles de ansiedad habituales, de fobia social y a hacer surgir dolor emocional. En definitiva es una fenómeno que se conoce popularmente como depresión blanca o navideña.
— ¿Cuáles son los conflictos más habituales que pueden llegar a consulta?
— El dolor que produce la pérdida de seres queridos a la hora de afrontar esta época es muy frecuente así como los conflictos familiares que pueden verse desenterrados ante la idea de reunirse en la misma mesa. También es habitual lo que podemos denominar como una pequeña crisis existencial, es decir, que se haga examen de conciencia de la propia existencia y no satisfaga el resultado, lo que puede llevar a la ansiedad, el estrés o la tristeza. A ello puede contribuir comprobar, especialmente si hay niños pequeños, que no se puede cumplir con las expectativas de regalos y celebración que se tienen por falta de capacidad económica o peleas por dónde, cómo y con quién celebrar estos días, lo que genera frustración. Otro problema habitual lo puede constituir, aunque en menor medida, comprobar en este análisis introspectivo que la relación de pareja no es tan buena como se pensaba o incluso que surjan roces importantes.