La obesidad en el siglo XXI

14 octubre, 2019
El Dr. José Luis Caballero, máster y experto en Nutrición y Dietética de HPS

El 25% de la población a nivel nacional es obesa o tiene problemas de sobrepeso. Esto sitúa a España como segundo país europeo con mayor número de casos tras el Reino Unido y con un ritmo de crecimiento tan rápido como Estados Unidos. Unos datos que se han dado a recientemente por expertos en el último Congreso Mundial de la Federación Internacional de Cirugía de la Obesidad y Enfermedades Metabólicas y el de la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad Mórbida y de las Enfermedades Metabólicas. Asimismo, hay estudios estadísticos que dicen que las enfermedades derivadas de la obesidad se cobran más vidas que la desnutrición.

La obesidad es una enfermedad crónica y de origen multifactorial que se caracteriza por un aumento del tejido graso en nuestro organismo, según la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para cuantificar la obesidad existen multitud de clasificaciones y escalas entre las que destaca el Índice de Masa Corporal (IMC), que es el más universal y utilizado. Se obtiene dividiendo el peso en kilogramos por la altura al cuadrado en metros (IMC= peso/ altura2).

Si el resultado de aplicar tal fórmula se sitúa por debajo de 18,5 se clasificaría como delgadez; entre 18,5 y 25, supondría un peso adecuado y de 25 a 30 significaría sobrepeso. La obesidad aparece cuando el cálculo arroja una cifra de entre 30 y 35, con una tipología de clase I mientras que de 35 a 40 sería obesidad de clase II y por encima de 40 se trata de obesidad III o mórbida.

Otra clasificación que se utiliza con frecuencia hace referencia a la zona de localización de la grasa. La obesidad androide existe cuando el acúmulo principal de grasa se localiza en torno al abdomen y tórax y la obesidad ginoide se produce cuando el acúmulo de grasa es en la cadera y muslos respetando algo el abdomen. Puede haber estados mixtos entre uno y otro tipo. Otro parámetro a tener en cuenta respecto a la morbilidad cardiovascular es la medida del perímetro abdominal, que no debe ser superior a los 102 centímetros en el hombre y 88 en la mujer.

El exceso de grasa es por tanto el elemento clave. «No debemos confundirla con otros estados que cursen con aumento de peso como puede darse en personas con gran desarrollo muscular, que son corpulentas pero no obesas», aclara el doctor José Luis Caballero, máster y experto en Nutrición y Dietética de Hospital Perpetuo Socorro.

Respecto a sus causas, existe un pequeño porcentaje que son producto de patologías endocrinológicas como enfermedades del tiroides, suprarrenales y gonadales, que deben ser tratadas en una consulta de Endocrinología. No obstante, la mayoría están relacionadas con el estilo de vida y hábitos de alimentación. «La obesidad aparece cuando existe un desequilibrio mantenido entre el aporte energético de la alimentación y el gasto de esta energía dependiente de la actividad física, siendo el primero superior al segundo. Existe una predisposición genética pero necesita de unos factores ambientales de los que nosotros somos los responsables», explica el doctor Caballero.

Para combatirla es preciso conseguir invertir el proceso en el que estamos inmersos realizando una alimentación hipocalórica y teniendo un mayor gasto energético derivado de la actividad física. Para esto se precisa una reeducación nutricional gradual que evite el abandono, por lo que los objetivos deben ser realistas y pensar que no sólo se trata de adelgazar coyunturalmente de una forma rápida, sino que esa nueva forma de relacionarse con la comida se pueda seguir llevando toda la vida de una forma cómoda y espontánea sin sentirse eternamente a régimen.

«La dieta debe cubrir las necesidades básicas en cuanto a nutrientes como proteínas, grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales pero con un desequilibrio calórico con el fin de que nuestro organismo tenga que recurrir a esas reservas energéticas que tenemos en forma de grasa. Esta nueva forma de comer también se debe ajustar a los horarios laborales de las personas y a las peculiaridades familiares. Hay que tener en cuenta que adelgazar no sólo es perder peso sino que es ganar salud», apunta el nutricionista.

La actividad física moderada debe estar presente siempre para llevar un estilo de vida sano y disminuir el exceso de grasa. Y no se trata de hacer únicamente deporte sino de llevar una vida un poco más activa físicamente. «Subir escaleras, aparcar el coche un poco más lejos, subir o bajarse de la guagua un par de paradas antes, bailar si le gusta o pasear, entre otras actividades, son buenas opciones», sugiere el doctor Caballero.

En algunos casos, dependiendo de las características de cada persona y su grado de obesidad, puede contemplarse la cirugía bariátrica, que es un conjunto de técnicas quirúrgicas encaminadas a producir una reducción gástrica o una disminución de la absorción de alimentos a nivel intestinal. Está indicada para obesidades mórbidas o en otras no mórbidas en las que exista riesgo vital por alguna otra patología asociada.

Cualquiera que sea la fórmula escogida, lo cierto es que es importante iniciar el camino de reducción de peso lo antes posible ya que las repercusiones que para el organismo tiene la obesidad son muchas y muy importantes para la calidad y esperanza de vida. A nivel esquelético, disminuye la movilidad y aumenta las patologías articulares; cardiológicamente está muy ligada a la hipertensión arterial y al aumento del colesterol, dos de los factores de riesgo más importantes en la aparición de la enfermedad coronaria y también en el ámbito cerebrovascular y del aparato digestivo, con multitud de patologías. Además, a nivel personal la autoestima suele estar disminuida frecuentemente.

Consulte la relación entre la obesidad, el sistema respiratorio, la obesidad troncular y la apnea del sueño.