El sol y la salud

30 septiembre, 2019
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Doctora Nieves Jiménez Baquero, especialista en Medicina Interna de HPS

Es común pensar que la exposición solar en general y si no hay quemaduras no provoca enfermedades ya que el sol desempeña un papel fundamental en nuestra salud. “Entre sus principales efectos beneficiosos se e n c u e n t r a que contribuye a la producción de vitamina D y participa en el funcionamiento del calcio en nuestro cuerpo. Y aunque todo ello es cierto no lo es menos que el exceso de radiación en cualquier época del año puede provocar problemas importantes como el cáncer de piel”, explica la doctora Nieves Jiménez Baquero, especialista en Medicina Interna de Hospital Perpetuo Socorro.

De hecho, y “ante el falso mito de que para producir vitamina D necesitamos tomar mucho sol la realidad es que con pequeñas dosis de rayos solares se cumple la función del cuerpo para producir vitamina D. Además, no está relacionado con el tiempo de exposición al sol y una vez que se produce la cantidad necesaria se deja de producir”, continúa la internista.

Es frecuente asimismo escuchar que al estar bronceado no hace falta utilizar crema protectora pero siempre que nos expongamos a la radiación solar debemos protegernos independientemente del bronceado que presentemos. Se recomienda usar cremas con un factor de protección mayor a 30 sea cual sea el nivel de bronceado. Generalmente se debe aplicar unos 30 minutos antes de la exposición solar y volver a aplicarla dos horas después. Y no basta con ponerse crema una vez si la persona no se baña. La protección solar se va perdiendo con el paso del tiempo por lo que debemos aplicarnos crema con frecuencia. Y se baña, hay que tener en cuenta que el agua ejerce como lupa en la piel multiplicando el efecto de la exposición solar y favoreciendo las quemaduras. Por ello en estas circunstancias no está de más optar por fotoprotectores resistentes al agua.

Lo mismo ocurre en la nieve, que refleja el sol y aumenta su capacidad de quemar la piel. Estos protectores solares resistentes al agua son especialmente recomendables para los niños, cuya piel es más sensible al sol. No obstante esto no es óbice para olvidar que debe reaplicarse cada dos horas. No sólo el agua sino la fricción con la toalla o la sudoración también contribuyen a su desaparición. En cualquier caso, no debe olvidarse nunca de que los bebés menores de seis meses no deben exponerse jamás al sol y que hasta los tres años los cuidados deben ser extremarse igualmente ya que el sistema de autoprotección de su piel aún no está completamente desarrollado.

La sombra de un árbol o una sombrilla, por poner dos ejemplos, tampoco deben tomarse como un sustitutivo del protector solar ya que, aunque dependiendo de la sombra protegerá más o menos, lo cierto es que en la mayoría de los casos la piel verá reducida la incidencia de la radiación ultravioleta en un 50% pero nunca en su totalidad.

Consulte las recomendaciones de la Dra. Jiménez sobre la exposición solar en Canarias.