La artrosis de rodilla es una enfermedad crónica en la que se produce un deterioro del cartílago articular, el cual se acompaña de dolor, rigidez y limitación funcional para actividades de la vida diaria como caminar, subir o bajar escaleras, incorporarse, llegando en ocasiones a producir dolor incluso en reposo. Debido a que cada vez un mayor número de personas mayores hace actividad física y deportiva, es frecuente que padezcan artrosis en las rodillas y se pregunten como puede afectar esta a su práctica. La artrosis primaria de rodilla, de la cual no se conoce con exactitud el mecanismo causal, es la que se observa la mayoría de las veces.
Una alteración de los condrocitos (células cartilaginosas) y del hueso subcondral conduce a la pérdida de las propiedades de resistencia a la presión y elasticidad del cartílago, lo que ocasiona un deterioro y adelgazamiento del mismo. Se trata de un proceso asociado con el envejecimiento y que afecta a un alto porcentaje de la población. Menos habitual es la artrosis de rodilla secundaria, en la que existe un factor desencadenante previo y se produce como secuela de traumatismos que ocasionan fracturas articulares, lesiones cartilaginosas y lesiones ligamentarias, las cuales alteran la biomecánica de la articulares. Además pueden ser debidas a alteraciones angulares de las extremidades inferiores, dismetrías en la longitud de las extremidades inferiores o un proceso infeccioso articular. “La manifestación más común de la artrosis es el dolor. Este suele aparecer inicialmente tras caminatas largas o con esfuerzos que impliquen a las rodillas. Con el paso del tiempo el dolor está presente incluso tras estar un rato de pie o en reposo”, explica el doctor Gerardo Garcés, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica de Hospital Perpetuo Socorro y jefe de los servicios médicos de la Unión Deportiva Las Palmas.
Aunque al principio no limita demasiado la actividad física, progresivamente la hace más dificultosa hasta poder hacerla casi imposible, cuando la artrosis está muy avanzada. Para su diagnóstico se requiere realizar unas radiografías de las rodillas estando el paciente de pie, al menos en tres proyecciones para incluir también a las rótulas. En ocasiones, ante un dolor persistente en relación con actividad física, es aconsejable realizar una resonancia magnética, ya que en estadios iniciales la artrosis no se detecta radiológicamente.
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