La más peligrosa de estas patologías, que incluyen los calambres y el agotamiento, es el golpe de calor, que puede llevar incluso a la muerte en los casos más graves. Son más vulnerables los niños, mayores, enfermos crónicos, personas aisladas y mujeres embarazadas
Es conveniente que las personas que padecen enfermedades crónicas extremen los cuidados en verano para evitar complicaciones. El calor y la deshidratación que pueden provocar, colabora en la desestabilización de patologías cardiovasculares, metabólicas y endocrinas como la insuficiencia renal, el hipertiroidismo, la hipercalcemia o la diabetes.
Las afecciones respiratorias crónicas, cutáneas o sistémicas e inmunodeprimidas también pueden verse complicadas. A su vez, las patologías resultan un factor de riesgo para padecer trastornos originados por el calor, entre las que destacan, de menor a mayor gravedad, calambres, agotamiento y golpe de calor, que puede provocar riesgo vital. Los calambres son espasmos musculares breves, intermitentes y dolorosos que suelen producirse durante o tras un ejercicio intenso en condiciones de mucho calor. Y aunque puedan resultar dolorosos no son graves y suelen desaparecer con reposo en un lugar fresco e hidratación mediante la ingesta oral de una solución salina.
El agotamiento por calor es producto de un déficit de líquidos y electrolitos (sales minerales) perdidos por el sudor y no repuestos. Sus síntomas incluyen debilidad, vértigo, cefalea frontal, alteraciones cognitivas, fatiga, náuseas y vómitos a los que se suman en ocasiones calambres musculares. Afecta a todo tipo de personas aunque ancianos y consumidores de diuréticos suelen ser más proclives. Y aunque resulta muy aparatoso dada la postración que provoca no suele resultar grave.