Las altas temperaturas del verano pueden provocar alteraciones y/o complicaciones de patologías urológicas ya establecidas. Para evitarlas no hay nada mejor que conocerlas y tomar algunas medidas de precaución.
Entre las patologías más frecuentemente afectadas por las condiciones veraniegas está la litiasis urinaria, uno de los problemas urológicos ya de por sí más comunes, hasta el punto de que se estima que afecta aproximadamente al 10% de la población, sobre todo a personas de entre 40 y 60 años. Esta patología consiste en la formación de uno o varios cálculos, comúnmente conocidos como piedras, en las vías urinarias altas, en los riñones, pudiendo luego estos desplazarse descendiendo uréteres abajo hasta la vejiga urinaria y la uretra.
Este descenso del cálculo por la vía urinaria ocasiona, generalmente, una obstrucción de la misma que se traduce sintomáticamente en un dolor característico, agudo, muy severo e intermitente que se conoce como cólico nefrítico. Este dolor suele acompañarse de náuseas y vómitos y se localiza en un flanco, irradiándose hacia una de las áreas inguinales. Es de los dolores más severos que puede sufrir el ser humano. En otras ocasiones, las menos, la presencia de los cálculos en la vía urinaria no ocasiona obstrucción ni dolor, y sí la aparición de sangre en la orina o de infecciones de orina de repetición.
La necesidad de mayores cuidados durante el verano se debe a que, aunque existen muchas causas que inciden en la formación de cálculos renales, uno de los factores causales más importante de esta patología es una insuficiente hidratación del organismo. Esta deshidratación facilita una mayor concentración de sustancias en la orina. Si esta concentración es demasiado alta puede ocasionarse un fenómeno de cristalización, dando lugar a la aparición de cálculos, explica el doctor Matías Gómez Medina, especialista en Urología de Hospital Perpetuo Socorro.
La llegada de la época estival, con el incremento de las temperaturas que esto conlleva, condiciona una mayor sudoración y por tanto facilita que podamos llegar a una situación de deshidratación, lo que aumenta la concentración hasta llegar a la saturación de ciertas sales en orina que predisponen o aumentan el riesgo de aparición de litiasis urinaria. Esta es la razón por la que se incrementa su incidencia en verano, a lo que puede contribuir también un menor control de la alimentación, que puede ser menos equilibrada que en otras épocas del año en las que llevamos una vida más ordenada.
Existen otros factores que aumentan el peligro de padecer esta patología. Entre ellos se encuentran algunos no modificables, es decir, ante los que es imposible tomar ningún tipo de medida preventiva, como la predisposición familiar, así como determinadas alteraciones anatómicas, ya sea renales o de las vías urinarias. Hay luego factores de riesgo modificables entre los que, además de las ya citadas ingesta de líquidos y alimentación, hay que destacar el estrés y la presencia de otras patologías, urológicas o no, que incrementan el riesgo de aparición de cálculos y sobre las que sí podemos actuar.
Por todo ello es aconsejable, en el caso de tener antecedentes familiares o personales de cálculos en la vía urinaria o patología urológica crónica, realizarse controles periódicos, especialmente en verano, para poder detectar su posible aparición de la forma más precoz posible. Una buena anamnesis, exploración física, estudio de imagen y un estudio metabólico nos pueden permitir, según sus resultados, pautar unas medidas preventivas y/o terapéuticas específicas e individualizadas para cada caso.
Otra de las patologías que con más asiduidad ve aumentada su incidencia en la temporada estival es la infección urinaria, especialmente la cistitis no complicada, hasta el punto de que se calcula que aproximadamente la mitad de las mismas se producen en el estío, destaca el doctor Gómez.
La humedad en los bañadores, el agua fría, las piscinas masificadas y el aumento de las relaciones sexuales en esta estación son las principales causas. Tales circunstancias pueden alteran la flora regional y sus mecanismos de defensa, permitiendo la proliferación de agentes patógenos, especialmente bacterias.
Aunque es mucho más frecuente en féminas, hasta el punto de que casi la totalidad de las mujeres sufrirán una cistitis en algún momento de su vida, los hombres también pueden padecerla, especialmente según van apareciendo problemas urinarios obstructivos de origen prostático con el paso de los años.
Ardor y escozor, además de dolor en la parte inferior del abdomen al orinar, ganas continuas de orinar pero con escaso o nulo resultado al hacerlo y en ocasiones la presencia de sangre, constituyen sus principales síntomas. Ante la aparición de estas señales de alarma conviene acudir a un especialista en Urología para diagnosticar apropiadamente y comenzar su tratamiento.
En caso contrario es posible que, aunque es poco frecuente, la infección ascienda desde la vejiga por los uréteres y acabe provocando una pielonefritis, que es la infección de la pelvis y tejidos renales. En unos pocos casos graves, sobre todo en personas mayores o con mucha patología, se puede llegar a una septicemia, o diseminación de la infección por todo el organismo que puede llegar a ser mortal. También un adecuado y pronto tratamiento puede evitar las infecciones de repetición.
Hay que señalar, sin embargo, que la vejiga se queja de igual manera ante muchos tipos de enfermedades y que hemos de pensar en otras patologías ante una mujer que consulta por “infecciones de orina de repetición” con todos o la mayor parte de los cultivos de orina negativos.
También el disfrute de un mayor tiempo de ocio en pareja puede contribuir a visibilizar patologías como la disfunción eréctil, ante la que es igualmente conveniente consultar lo antes posible sin ningún tipo de vergüenza , para así tratarla y estudiar si pudiese ser la primera manifestación de otras patologías subyacentes no diagnosticadas hasta ese momento como, por ejemplo, una diabetes.
En cualquier caso, con un diagnóstico y tratamiento a tiempo en caso de desarrollarse, y la ejecución de algunas medidas preventivas si aún no se han tomado, que minimicen el riesgo, el verano puede desarrollarse sin contratiempos urológicos de importancia, concluye el especialista en Urología de HPS.