Se prevé que una de cada cuatro personas en España tenga un trastorno mental a lo largo de su vida y se estima que las enfermedades mentales aumenten en los próximos años. Tanto que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para 2050 la primera causa de muerte será la depresión, incluso por delante de los cánceres o de las enfermedades cardiovasculares.
«Muchas de las patologías médicas que observamos a día de hoy tienen detrás una causa psicológica. Normalmente sucede cuando, por ejemplo, el estrés es tan grande y se gestiona de una manera tan desadaptativa, que el cuerpo habla por sí solo», asegura Lara Tormo, especialista en Psicología Clínica de Hospital Perpetuo Socorro.
La psicología clínica se centra fundamentalmente en el ámbito de la salud mental y la conducta adaptativa. Se encarga de evaluar, diagnosticar y tratar, así como de prevenir aquellos aspectos que afecten al bienestar subjetivo de la persona y sufrimiento del ser humano.
Mientras, la psicología general trata de estudiar el comportamiento humano en todas sus facetas, tanto en el ámbito del trabajo, como en la educación, en el deporte, en lo social, en lo forense y en un largo etcétera.
Los trastornos psicológicos que se tratan con mayor frecuencia son «normalmente ansiedad y depresión, por etiquetarlos de alguna manera. Y casi todos se derivan de ahí, como, por ejemplo, los trastornos de la conducta alimentaria, del sueño, los sexuales y los problemas de pareja, por citar algunos de los más habituales», detalla Tormo. En niños, en cambio, la demanda por parte de los padres se sitúa más bien en la falta de atención o hiperactividad.
Respecto al riesgo de padecer algún trastorno psicológico, lo cierto es que existen personas con mayores posibilidades que otras. Es lo que determina que, ante el mismo hecho, las consecuencias mentales puedan diferir. La vulnerabilidad es uno de los principales factores que pueden predisponer a un problema mental. Esta vulnerabilidad puede ser producto de la genética y por ello es importante saber si existen antecedentes familiares. Pero también la puede marcar el tipo de experiencias vividas que inclinan en mayor o menor medida a padecer un trastorno. Cierto es que hay personas más vulnerables que otras por lo comentado anteriormente, pero a cualquiera nos puede pasar. Existen ocasiones en las que las personas aparentemente no son tan vulnerables pero se da una situación que excede tanto las capacidades mentales que la persona se desborda.
Una escasa comunicación también constituye un factor predisponente. En cuanto menos expresan las personas todo lo que viven y cómo se sienten, más se enquistan estas problemáticas y mayores probabilidades tienen de que finalmente se desencadene un trastorno psicológico.
En cualquier caso, lo cierto es que debe valorarse la consulta en cualquier momento en el que la persona no se encuentre bien psicológicamente, y actúe, piense o siente de una manera con la que no se siente a gusto.
«Realmente creo que todas las personas deberían pasar por el psicólogo alguna vez en su vida puesto que no nos enseñan a lidiar con todas las demandas que se nos presentan en el día a día. Y, además, normalmente, no se tiene a alguien que nos escuche con atención y nos dedique su tiempo para simplemente escucharnos, algo que el psicólogo sí que realiza. Cuando se crea un entorno en el que puedes expresarte sabiendo que el que tienes delante no te juzgará por ello, es cuando la persona puede entenderse realmente y a partir de ahí decidir si uno quiere cambiar o no», expone la psicóloga clínica.
También si a la persona le está desbordando determinada situación le podría venir bien acudir a consulta para poder adquirir nuevas estrategias o herramientas que le ayuden a solucionar o a sobrellevar de mejor manera la situación que le genera malestar.
Una vez se acude a terapia el proceso normalmente es largo y en el mismo es preciso integrar diferentes herramientas y fórmulas de implantación de lo tratado. «Lo más difícil es que las personas que vienen a consulta generalicen lo que hablamos en las sesiones a su vida real. Pero es normal, ya que si una persona viene funcionando de determinada manera durante años, no cambiará de la noche a la mañana. Esto siempre lo recalco ya que es necesario a la hora de ajustar expectativas y no generar frustración al no conseguir resultados de un día para otro», advierte Tormo.
De todos modos, también existe la posibilidad de que el motivo de consulta sea algo muy puntual y pueda aplicarse directamente lo trabajado durante la sesión en sus vidas diarias. También esto depende mucho de la motivación que exista en el paciente y de las ganas que tenga de cambiar y actuar de manera diferente en su cotidianeidad.
Y no tener miedo ni sentir vergüenza por acudir a consulta. «Creo que es importante recalcar el estigma que sigue existiendo a día de hoy en cuanto a ir al psicólogo. Y es necesario que tengamos muy claro que es normal que nos sobrepasen en ocasiones nuestras emociones y situaciones en la vida porque no nos han enseñado a gestionarlas», concluye la especialista en Psicología Clínica de HPS.