Las luxaciones suelen darse secundariamente a un evento traumático importante, generalmente una caída, o a traumatismos directos con un objeto o contacto con otra persona.
Varios son los síntomas que indican a la persona afectada que ha podido sufrir una luxación. Entre las señales de alarma que pueden hacer sospechar de su aparición se encuentra el antecedente traumático, es decir, que se haya producido un traumatismo; un dolor importante; la imposibilidad de movilizar la articulación afectada y, en muchos casos, la inflamación y deformidad evidente. Ante esta situación es fundamental ser evaluado por un servicio de urgencias,calmar el dolor, inmovilizar lo mejor posible y realizar radiografías al menos en dos planos. Una vez confirmado el diagnóstico es momento de iniciar el tratamiento. Para ello se debe proceder a la reducción (recolocación) de las superficies articulares luxadas lo antes posible para minimizar la posibilidad de daño permanente en los cartílagos articulares, lo que podría conducirá una artrosis o pérdida progresiva del cartílago articular.
Según el caso es necesaria la utilización de alguna forma de anestesia o sedación para realizarlo. Posteriormente será preciso en la mayoría de los casos un período de reposo para comenzar posteriormente una etapa de rehabilitación para recuperar la movilidad de forma segura. No obstante, en algunas ocasiones se puede precisar de cirugía de persistir la inestabilidad articular con la aparición de nuevas luxaciones o subluxaciones.
El especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica de HPS, Álvaro Blanco, explica esta lesión al detalle.