Durante el verano se realizan más actividades de ocio al aire libre y existe generalmente una mayor exposición a la luz del sol y a otros posibles factores irritantes de los ojos como el aire acondicionado, el ambiente seco y el disfrute de playas y piscinas. Estas son las principales circunstancias responsables del incremento del riesgo de sufrir o ver agravadas las afecciones en los ojos durante este periodo del año.
«Cada vez es más importante que toda la población sea consciente de la relevancia de proteger adecuadamente los ojos en todas las épocas del año, sobre todo en Canarias, pero en verano debemos extremar los cuidados» alerta el doctor Javier Goas, especialista en Oftalmología de Hospital Perpetuo Socorro.
La radiación solar se distribuye entre la infrarroja que trasmite básicamente calor, la luz visible y la radiación ultravioleta (UV). Esta última es la más peligrosa porque lleva mucha energía y puede alterar las moléculas de ADN del cuerpo humano y ocasionar enfermedades especialmente en la piel y en los ojos.
Los ojos son extraordinariamente sensibles al sol y pueden afectarse en sus distintos tejidos. A nivel de la conjuntiva pueden presentar sequedad y ocasionar la aparición de pinguéculas y pterigium. La pinguécula es una mancha o abultamiento de color amarillo en la conjuntiva. Enrojecimiento, sequedad, irritación, cambios en la refracción ocular y en casos graves problemas de visión son los síntomas que pueden presentar estos trastornos de forma leve y transitoria, que no obstante pueden permanecer asintomáticos.
Para tratarla suele bastar con el uso de lágrimas artificiales o antiinflamatorios de forma tópica aunque en algunas ocasiones puede ser necesaria la cirugía.
El pterigium es una afección relativamente frecuente que se caracteriza por una proliferación fibrosa y vascularizada en el tejido conjuntival, normalmente cercana al lagrimal, que puede llegar a invadir la córnea y alterar su transparencia. Ante su existencia hay que valorar su evolución y su extirpación.
En la córnea pueden producirse queratitis actínicas superficiales que producen picor, ardor, visión borrosa, sensibilidad a la luz y sensación de arenilla. Ello se debe al reflejo de la luz en el agua que va a aumentar la radiación recibida por el ojo en el mar y en las piscinas. También pueden favorecer la aparición de cataratas a medio o a largo plazo por la agresividad de la radiación recibida por el cristalino.
En el fondo del ojo, en la retina, la radiación solar puede acelerar el envejecimiento de esta en su parte central, la mácula. «La acumulación del daño que produce la radiación se presenta en las personas de edad más avanzada y cada vez se manifiesta lamentablemente con más frecuencia gracias al aumento de la esperanza de vida, por lo que hay que empezar a prevenirlo cuanto antes», asegura el doctor Goas.
También en los párpados se pueden presentar eritemas por la luz solar que con la edad ocasionan la aparición de tumores de distinta agresividad asociados al efecto del sol, especialmente en los párpados inferiores y que, en muchas ocasiones, obligan a su extirpación quirúrgica.
El ojo seco se presenta más a menudo y se disparan las consultas en verano, se produce a consecuencia de la alteración de la película lagrimal. La alteración en la producción de la calidad de las lágrimas daña la superficie interpalpebral provocando desequilibrio y desprotección de la superficie ocular. Por ello es aconsejable una visita al oftalmólogo para evitar sus molestias y determinar si existe otra patología de mayor envergadura. En estos casos, el aire acondicionado, el cloro de las piscinas, el polvo en suspensión y las lentillas de contacto se convierten en enemigos de la salud oftalmológica.
También «hemos de considerar la presencia de enfermedades generales previas de los pacientes por la amplia cantidad de medicamentos fotosensibilizantes que pueden estar recibiendo por prescripción médica, sin que estén informados de este hecho, como antiinflamatorios, antihistamínicos, antiulcerosos, anticonceptivos, antihipertensivos, hipolipemiantes, psicofármacos, antibióticos o antidepresivos, entre otros», detalla el oftalmólogo.
Respecto a la edad, los niños muy pequeños y personas mayores están menos protegidas por sus defensas naturales ante estas agresiones solares.
Además, las propias patologías del ojo pueden acentuar las molestias en verano. Pacientes que padezcan glaucoma y utilicen colirios; portadores de lentes de contacto o que hayan sido intervenidos de cataratas, retina, párpados o cualquier otra cirugía refractiva también deberían realizar tal consulta si manifiestan síntomas molestos.
El mayor número de actividades al aire libre incrementa también el riesgo de erosiones corneales traumáticas o la presencia de molestos cuerpos extraños en la superficie ocular. Aunque no suelen ser lesiones de gravedad sí que son heridas que pueden provocar una úlcera o una infección. Por ello, ante cualquier señal de todas las citadas que indique la posibilidad de una afección ocular es recomendable visitar a un profesional. Porque la salud de nuestros ojos lo vale, concluye el especialista en Oftalmología de Hospital Perpetuo Socorro.