El paso del tiempo y el consiguiente envejecimiento facial es inexorable pero es posible aminorar su avance mediante la remodelación facial sin cirugía. Así se conocen los procedimientos estéticos para luchar contra el envejecimiento entre los que destacan el ácido hialurónico y la toxina botulínica como tratamientos estrella mínimamente invasivos para el rejuvenecimiento del rostro.
«El envejecimiento facial es un proceso degenerativo cuyas principales causas son el daño solar y la pérdida de volúmenes que provoca la lipoatrofia, en la que se reduce progresivamente la grasa de algunas zonas de la cara que lleva a su esqueletización con descolgamiento y pérdida e volúmenes. En la mayoría de las personas se inicia a partir de los 20 años», explica el doctor Julián Castillo, especialista en Cirugía Estética, Plástica y Reparadora de Hospital Perpetuo Socorro.
Por ello, estos tratamientos están indicados para corregir la esqueletización facial, con pérdidas de volúmenes en compartimentos grasos de la cara, y se realizan siempre en sentido descendente de tercio superior a tercio medio e inferior de la cara. Asimismo, su postratamiento es rápido, incorporándose casi inmediatamente el paciente a su trabajo habitual.
Las técnicas más usuales son la aplicación de inyecciones con ácido hialurónico, sustancia con la que se realiza también la mesoterapia para la mejora de las textura y características de coloración de piel, y el injerto de grasa autóloga obtenida mediante liposucción de zonas corporales con aumento de tejido adiposo.
El ácido hialurónico es un material de relleno reabsorbible, de origen sintético. «Nuestra piel cuenta de forma natural con un 70% de ácido hialurónico al nivel del tejido conjuntivo por lo que la integración con él una vez inyectado es perfecta. Fundamentalmente se utiliza como sustancia voluminizadora, siendo su acción a nivel facial excelente una vez realizado el tratamiento, lo que lo convierte en un tratamiento ideal también ante las arrugas. En cualquier caso, no sólo se puede realizar el relleno facial mediante ácido hialurónico sino que existen otros procedimientos como el plasma rico en plaquetas, hilos tensores y toxina botulínica» detalla el doctor Castillo.
Es un procedimiento especialmente indicado en cualquier paciente cuando se produce una disminución de volumen facial o que, aunque aún no presentan disminución de volumen, quieren mejorar su aspecto estético facial. Suele utilizarse en pómulos, mentón, los surcos de la nariz a la boca y para aumentar el volumen de los labios.
Precisamente para el tratamiento de los labios es preciso un estudio previo de sus características anatómicas para valorar si precisan un aumento, perfilado o ambos y si es preciso realizarlo sólo en la zona superior o también inferior.
Para las arrugas frontales del entrecejo y de la pata de gallo (perioculares), sin embargo, el mejor tratamiento es con toxina botulínica. Los resultados en el caso de la toxina botulínica se verían a partir de los cinco días. En general con borramiento significativo de las arrugas de las áreas tratadas, siendo prácticamente inmediato en el caso de aplicar ácido hialurónico. El efecto que se logra por tanto es diferente según se trate con ácido hialurónico o mediante toxina botulínica.
Concretando, el bótox o toxina botulínica impide la acción del músculo, lo que minimiza la presencia de arrugas ya establecidas, fundamentalmente en la región facial. En cambio, el ácido hialurónico rellena aquellas zonas que por la edad u otros factores que por la edad u otros factores se encuentran aplanadas o deprimidas, compara el cirujano estético.
Por edades, el relleno con ácido hialurónico se puede realizar desde que el paciente note cierto grado de falta de volumen, pudiendo realizarse a partir de los 30 años ya que a esta edad es cuando empiezan a notarse los cambios faciales. El bótox en cambio se empieza a realizar a partir de los 40 años, que es la edad en la que las arrugas empiezan a manifestarse.
«El mejor resultado se da en aquellos pacientes que repiten con frecuencia el tratamiento». Todos los productos de relleno, hilos tensores o toxina botulínica tiene un período de latencia a partir del cual conviene realizarse el tratamiento de nuevo. Concretamente, con el ácido hialurónico es de entre nueve y doce meses mientras que con el bótox desaparece a los seis meses», añade. En cualquier caso, lo ideal es hacer el tratamiento más adecuado para cada paciente según la patología que presente. En muchos casos se precisa de un tratamiento combinado en un solo tiempo. Así, se puede utilizar toxina botulínica en el tercio superior de la cara y ácido hialurónico en el tercio medio de la misma.
En resumen, «se debe hacer un estudio previo de las características de la piel de cada paciente y proponer el procedimiento idóneo en cada caso. En pacientes con exceso de flacidez puede estar indicado la utilización de hilos tensores si existe atrofia o lipoatrofia se indica el tratamiento con ácido hialurónico o mediante lipotransferencia (inyección con grasa facial). Y en los casos en los que lo que existe es un marcado y acentuado exceso de arrugas frontales, del entrecejo o alrededor de los ojos (la llamada pata de gallo), el tratamiento a instaurar es la inyección con toxina botulínica», concluye el especialista en Cirugía Estética, Plástica y Reparadora de Hospital Perpetuo Socorro.