Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte a nivel nacional por delante del cáncer. Por géneros, son incluso más habituales entre mujeres que en hombres aunque la percepción popular es en general la contraria. En una encuesta realizada recientemente, sólo el 7% de los encuestados consideran que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte femenina.
Es verdad que el tipo de patología es diferente. Mientras los varones fallecen con mayor frecuencia de infarto de miocardio, las mujeres lo hacen de accidente cerebrovascular pero en cualquier caso, la mortalidad cardiovascular es nueve puntos superior en el sexo femenino, con un 38%, frente al masculino, que registra un 29%.
En este ámbito, la aparición de la menopausia suele ser una circunstancia a tener en cuenta. «Durante la menopausia se producen una serie de señales ligadas a la pérdida de la capacidad estrogénica como los síntomas vasomotores que representan los sofocos; la osteoporosis, consistente en la pérdida del calcio del hueso; el insomnio; sequedad de la piel o cambios atróficos en el aparato genital que produce relaciones sexuales desagradables y dolorosas, fenómeno denominado dispareunia, entre otros. Pero sobre todo, y lo más grave, es que aumenta el riesgo de que aparezcan enfermedades cardiovasculares», relata el doctor Vicente Nieto, especialista en Cardiología de Hospital Perpetuo Socorro.
Se define la menopausia como el cese de las menstruaciones (reglas) durante doce meses consecutivos sin que exista otra causa patológica o fisiológica. Ello se debe a la pérdida de la actividad ovárica que interrumpe la producción de las hormonas femeninas, conocidas como estrógenos. En España hay más de 10 millones de mujeres menopáusicas en la actualidad. La edad media de aparición de la menopausia en la mujer es en torno a los 50 años. Si se produce antes de los 40 se denomina menopausia precoz y después de los 55, tardía.
La hipertensión arterial es el factor de riesgo más importante para desarrollar un accidente cardiovascular. Su prevalencia en la mujer cuando alcanza la menopausia es mayor que en los varones, situándose en torno al 65% y aumentando esta cifra al 80% cuando se superan los 70 años.
Por lo tanto, es fundamental en la prevención del riesgo cardiovascular en la mujer menopáusica diagnosticar y tratar adecuadamente la hipertensión, lo que tiene un gran impacto en la disminución de la morbimortalidad por este tipo de patologías. «Hay que tener en cuenta que el 40% no están diagnosticadas y de las que sí lo están, sólo el 30% están bien controladas», asegura el especialista.
Hay que tener en cuenta que la hipertensión arterial muchas veces no produce síntomas, razón por la que se le denomina el enemigo silencioso, por lo que se debe acudir a consulta con el médico de forma regular para detectar su posible aparición. «Algunas veces pueden surgir síntomas como dolor de cabeza, sangrados nasales repetidos, nerviosismo, intranquilidad o insomnio sin causa aparente. Si así fuera debería contactar con su médico de forma más precoz. Si te detectan hipertensión arterial, actualmente existe un gran arsenal terapéutico de muy fácil posología que permite su control, con lo que el riesgo cardiovascular desaparece. Hay que tener en cuenta que si se precisa de tratamiento farmacológico probablemente será para toda la vida aunque el paciente se encuentre perfectamente», advierte el cardiólogo.
En la primera mitad del siglo pasado, cuando la mujer llegaba a la menopausia, le quedaban pocos años de existencia pero hoy en día la expectativa de vida de una mujer desde que inicia la menopausia es de más de 35 años. Esto significa que le queda por delante más de un tercio de su vida y por eso es aún más importante que lo haga con buena calidad.
Las hormonas estrogénicas tienen una serie de funciones beneficiosas como son la vasodilatación arterial por efecto directo sobre el endotelio, que es la capa que recubre las arterias; disminuye o bloquea la actividad de algunas enzimas y reduce la actividad del sistema nervioso simpático. Cuando se pierden estos efectos se produce una clara tendencia a padecer hipertensión arterial, principal factor de riesgo de una accidente cardiovascular. De ahí la peligrosa relación de este binomio.
A esta potencialmente mortal relación pueden sumarse otras circunstancias que incrementen el riesgo. Las pacientes hipertensas, diabéticas y obesas tienen seis veces más posibilidades de sufrir cierto tipo de arritmias como la fibrilación auricular, que duplica la posibilidad de muerte y sextuplica la posibilidad de accidente cardiovascular, lo que requiere iniciar tratamiento anticoagulante con sintron o los NACOS (nuevos anticoagulantes orales), lo que interfiere en la actividad cotidiana de estas personas, continúa el doctor Nieto.
Asimismo, el binomio hipertensión y diabetes en la mujer es una combinación explosiva para desarrollar insuficiencia cardíaca y multiplica por siete la posibilidad de muerte. Hay que tener en cuenta que el pronóstico de este problema es peor que el de cualquier cáncer ginecológico, ya sea de ovario, endometrio o mama; y un 80% de posibilidades de fallecer en los primeros cinco años tras su aparición.
Por todo ello y en resumen, «podemos decir que la menopausia es un punto de inflexión en la vida de la mujer que favorece la aparición de hipertensión arterial y otros factores de riesgo cardiovascular que si no se controlan aumentan la morbimortalidad de forma exponencial», concluye el especialista en Cardiología de HPS.
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