Correr es un ejercicio adecuado, una actividad natural y muy frecuente entre los niños. Ya son múltiples, de hecho, las carreras que cuentan con una prueba específica para niños, como la carrera infantil de la HPS San Silvestre, en la que recorren una distancia de 600 metros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que niños y adolescentes practiquen ejercicio físico durante al menos una hora diaria, especialmente de tipo aeróbico, como nadar, correr, caminar o montar en bicicleta. También aconseja que se incorporen actividades que refuercen músculos y huesos al menos tres veces por semana y en el running se tonifican músculos y densifican los huesos por lo que es un ejercicio bastante recomendable, indica Federico Philipps, especialista en Pediatría de HPS.
La clave está en tener en cuenta las distintas etapas de su desarrollo y unas medidas básicas que garanticen su seguridad. Eso sí, siempre con precaución y teniendo en cuenta la importancia de que calienten su cuerpo adecuadamente antes de correr, hagan estiramientos al finalizar y lleven un equipamiento adecuado. Y siempre recordando que es conveniente que escojan por sí mismos los deportes que más les gusten y no se sientan obligados. Hay que convertirlo en momentos agradables en familia o con amigos que les haga sentirse satisfechos y los enganche.
Hasta por lo menos los cinco años de edad es conveniente convertirlo en un juego. A partir de entonces es momento de que empiecen a correr a través de actividades lúdicas como perseguirse o el jugar al escondite e ir aumentando las distancias para que hagan ejercicio sin apenas darse cuenta. A partir de los ocho años es recomendable enseñarle a dosificar sus fuerzas y correr con ellos para que desde los 12 años, y si sigue interesado en esta actividad, permitirles que se planteen sus propios retos como una actividad física moderada-intensa intercalando ejercicios vigorosos para el fortalecimiento muscular y óseo.
Depende mucho de la edad pero en general conviene que realicen actividades aeróbicas como correr, saltar, jugar en el parque o ir en bicicleta además de deportes grupales como el fútbol o el baloncesto. En niños más mayores pueden intercalar algunas actividades que requieran de más fuerza dos o tres veces por semana, como subir escaleras en vez de coger el ascensor o ir caminando al colegio. Los padres deben implicarse y que haya momentos de ejercicio conjunto que impliquen a toda la familia procurando que lo perciban como un momento de juego y diversión.