A pesar de contar con estabilizadores estáticos como los ligamentos y dinámicos como los músculos, hay situaciones, traumáticas o no, que pueden ocasionar que la relación normal de proximidad y desplazamiento de las superficies articulares del hombro se pierdan totalmente o vayan más allá del límite fisiológico. Estas situaciones ocasionan una inestabilidad que debe ser valorada, diagnosticada y corregida para recobrar lo máximo posible el grado de funcionalidad previo al problema.
El hombro es la articulación con mayor rango de movilidad del cuerpo humano. Consta de tres uniones diferentes. «De mayor a menor importancia se encuentran la articulación glenohumeral, conformada por la cabeza del húmero y la superficie glenoidea de la escápula, y la acromioclavicular, entre el extremo lateral de la clavícula y el acromion, siendo también sitio frecuente de lesiones. Por último, la articulación escápulo- torácica, zona de deslizamiento entre la escápula y la parte posterior alta de las costillas, de menor frecuencia y relevancia clínica», detalla el doctor Álvaro Blanco, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica de Hospital Perpetuo Socorro.
La inestabilidad glenohumeral traumática puede ser consecuencia de un traumatismo enérgico que ocasiona una pérdida completa del contacto de la cabeza humeral con la glena, conocida como luxación; o parcial, siendo en este caso una subluxación. En las luxaciones el paciente llega a urgencias con dolor intenso, imposibilidad de movilizar el hombro con el brazo colocado al lado del cuerpo. «Tras realizar radiografías se debe proceder a su reducción con maniobras bajo sedación adecuada y posteriormente corroborar la reducción y descartar lesiones neurológicas o vasculares mediante exploración. Se inmoviliza con cabestrillo por espacio de tres semanas, cuando habrá disminuido el dolor, y se espera a que hayan cicatrizado los ligamentos estabilizadores», explica el doctor Blanco.
Consulte además la inestabilidad de la articulación acromioclavicular.
