Mejorar la movilidad, aumentar la fuerza muscular y aliviar el dolor son los objetivos de la artroplastia o cirugía protésica de hombro; una técnica quirúrgica que permite corregir los daños provocados por patologías degenerativas o traumatismos en esta articulación, indica el traumatólogo y cirujano ortopédico de HPS, Carlos Armas.
Se estima que un 70% de la población puede sufrir algún problema de hombro a lo largo de su vida. De hecho, es la zona esquelética que mayor número de afectaciones suele presentar después de la patología de la columna vertebral.
Las causas son muy variadas, desde desgarros, daños en los tejidos, tumores, fracturas proximales en los que la reconstrucción no es posible o enfermedades degenerativas como la artrosis y artritis reumatoide, entre otras «La artroplastia de hombro es una intervención quirúrgica que se practica para sustituir esta articulación por un implante protésico. Consiste en retirar el hueso y cartílago en malas condiciones y cambiarlo por un implante compuesto en la mayoría de los casos por metal y polietileno. Este procedimiento es el más empleado en la artrosis de hombro», asegura el doctor Armas, con gran experiencia en esta intervención, en la que destaca la existencia de dos técnicas distintas dependiendo del daño que presenten los tendones del hombro dado su papel como soporte articular.
El estudio previo clínico y radiológico en cada caso servirá también para decidir, si el tratamiento ha de ser conservador o quirúrgico, así como el tipo de prótesis. En primera instancia ante múltiples patologías el tratamiento conservador (médico) es la primera medida para mantener la mayor movilidad posible y reducir el dolor, a lo que contribuirá la rehabilitación. No obstante, se trata de un procedimiento paliativo que no revierte los daños en el hombro. Cuando la situación es más grave, más compleja e invalidante, se plantea el tratamiento quirúrgico, siempre dependiendo de las características del paciente y del tipo de lesión.
La intervención, que se realiza con anestesia general, tiene una duración media de dos horas, tras la que el paciente suele permanecer hospitalizado un período de uno a tres días. Posteriormente se comienzan a realizar ejercicios suaves de movilización pasivos asistidos, ejercicios pendulares, para posteriormente continuar con la realización de una pronta rehabilitación.
Respecto a los resultados, su tasa de éxito en la actualidad es muy alta, pese a que se trata de una intervención no tan conocida como la de rodilla o cadera. De hecho, «el incremento y la mejora en los últimos años de los componentes modulares que componen la prótesis ha permitido un grado de combinación tal que pueden adaptarse de forma personalizada a cada paciente para que el resultado sea lo mejor posible. Tras su ejecución, los pacientes recuperan gran parte de la funcionalidad y ven reducido o eliminado completamente el dolor que sufrían.