La obesidad es un problema de salud pública cada vez más preocupante y que guarda una estrecha relación con la salud de la mujer. Más allá de razones estéticas para cumplir con los presuntos estereotipos marcados por la sociedad, la importancia de informar correctamente , a través de datos fiables y basados en la evidencia científica, y concienciar de lo necesario de normalizar el peso es cada vez mayor. Y hablamos de normalizar y no de adelgazar exageradamente por la discriminación y el miedo a la gordofobia
El doctor Domingo Molina es especialista en Ginecología y Obstetricia de HPS y acumula una dilatada trayectoria de más de 30 años. Desde el año 2000, ejerce como especialista en el servicio de Ginecología de HPS. En la actualidad, es el presidente de la Asociación de Ginecólogos y Tocólogos Privados de Canarias y secretario de la Sociedad Canaria de Obstetricia y Ginecología y pionero en el archipiélago en el tratamiento de miomas por radiofrecuencia. Con el doctor Molina abordaremos dos conceptos que, aparentemente, no guardan relación, pero que, sin duda, la tienen, como son la obesidad y la ginecología.
¿Qué problemas provoca la obesidad en la salud?
Muchos y variados. La obesidad causa más de 1,2 millones de muertes al año en Europa (13% de todos los fallecimientos), es el factor causante del 7% de la discapacidad del adulto. En Europa, el 59% de los adultos presenta sobrepeso u obesidad. En hombres, la proporción es del 63%. El 29% de los niños y el 27% de las niñas entre los 7 y 9 años tienen exceso de peso. En España, entre 1987 y 2020, la prevalencia de obesidad en adultos ha pasado del 7,4% al 16,0% y en mujeres 1del 5,5% al 30.6% sobrepeso.
¿Está considerada la obesidad como una enfermedad?
La obesidad está considerada como enfermedad y, en ese sentido, la Comisión Europea dice lo siguiente: «La obesidad es una enfermedad crónica y recidivante que, a su vez, actúa como factor predisponente para el desarrollo de otras enfermedades no contagiosas, como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer». Y la OMS considera la obesidad como una pandemia.
¿Qué aspectos influyen en la obesidad?
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial en la que influyen factores como elhistorial familiar, la predisposición genética, las anormalidades endocrinas, los factores fisiológicos (embarazo, menopausia) y factores exógenos como el trabajo, las alteraciones del sueño, la salud mental, la inactividad física y el estrés crónico.
Llegados a este punto, ¿cuál es el papel del ginecólogo?
El ginecólogo actúa como el médico de cabecera de la mujer. La vemos desde antes de nacer en el útero de la madre, muchas veces debemos valorarla en la infancia y, por supuesto, en la adolescencia. La vemos durante su vida fértil, embarazo y posteriormente en la menopausia, postmenopausia y senectud.
La importancia de la relación entre el ginecólogo y la obesidad ¿puede ser más concreto?
Se ha visto como la obesidad en el embarazo influye para que los fetos tengan mayor tendencia a la obesidad infantil y adolescencia y por tanto se conviertan en adultos obesos. Sin hablar de lo que la obesidad y sobrepeso pueden provocar en la madre embarazada: diabetes gestacional, hipertensión, mayor riesgo de preeclampsia, más riesgo de complicaciones en el parto, mayor riesgo de complicaciones en caso de cesárea….
En la adolescencia, porque España ocupa el 4º puesto en cifras de obesidad y sobrepeso en niños y adolescentes a nivel Europeo y el 2º en niñas. En la edad fértil, ya que muchas pacientes con síndrome del ovario poliquístico presentan tendencia a la obesidad y mayor dificultad para quedarse embarazada. Y en la menopausia, porque se incrementan los síntomas de sofocos, flatos, calores, mayor riesgo de osteoporosis, incontinencia, etc…
En general, además de hipertensiones, diabetes, ictus, artrosis, gota, dolores osteoarticulares, apnea del sueño, depresión, ansiedad y, por supuesto, mayor riesgo de cáncer de esófago, colorectal, de riñón y de páncreas. En lo referente al ginecólogo existe un mayor riesgo de cáncer de endometrio y mama en la postmenopausia.
Con este decorado, ¿qué puede hacer el ginecólogo?
El primer paso es que el ginecólogo sea consciente de que a la paciente hay que tratarla también de su problema de obesidad. El segundo paso es saber enfocar frente a la paciente el impacto que tiene la obesidad o el sobrepeso en su problema ginecológico y sobre su salud en general, de forma respetuosa y no estigmatizante. Una reducción del 5-10 % del peso aporta unos beneficios muy importantes en la disminución del riesgo de diabetes e hipertensión, mejora el perfil lipídico y la salud cardiovascular, la apnea del sueño, la calidad de vida en la menopausia, mejoran los sofocos, la incontinencia, calidad del sueño, la percepción de su apariencia y autoestima, el bienestar sicológico, la función sexual y reduce el riesgo de cáncer de endometrio y mama.
¿Qué recursos se necesitan para perder peso?
Lo primero es saber si la paciente está motivada o no. Si lo está, solo necesitamos pesa, cinta métrica, tensiómetro, analítica basal. Objetivos realistas, hacer seguimiento y la comunicación. En ocasiones, se requiere apoyo psicólogico y/o psiquiátrico. Y cómo no, muchas veces, se precisa consulta con el endocrino. Si no está motivada o no desea perder peso, debemos ayudarla a tratar sus patologías asociadas y apoyo necesario.
¿Existen opciones terapéuticas para las pacientes que llevan toda su vida intentando bajar de peso sin conseguirlo?
Los fármacos con indicación para el control del peso, utilizados adecuadamente, pueden ayudar a ese tipo de pacientes. En España contamos con la Liraglutida 3.0 mg, que es un fármaco eficaz, seguro y de fácil manejo. Es el único ar-GLP1 comercializado en España para el tratamiento de la obesidad. Liraglutida 3.0 mg indujo pérdidas de peso de hasta un 13.7% en 10 meses.
Para finalizar, ¿qué serie de recomendaciones daría?
La obesidad es un problema de salud pública creciente en todo el mundo y muy relacionado con la salud de la mujer y que debe abordarse de manera temprana, efectiva y continua. Se alienta a ser conscientes de sus propios prejuicios implícitos y elegir una manera respetuosa de discutir rutinariamente el peso corporal con los pacientes y desempeñar un papel activo en soluciones para el control del peso.