Todo sobre las alergias

27 February, 2020
La doctora Nieves Jiménez Baquero, especialista en Medicina Interna de HPS

Alrededor de esta patología existen muchos bulos. Uno de los más extendidos es que todos los tratamientos para la alergia dan sueño. Algunos antihistamínicos dan somnolencia pero actualmente existen diferentes opciones que no la provocan, indica la doctora Nieves Jiménez.

Según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), se calcula que una cuarta parte de la población española tiene algún tipo de alergia. Esta patología se encuentra también entre las seis enfermedades más frecuentes según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y afecta en especial a niños y personas jóvenes, en las fases de sus vidas en las que la producción laboral o académica es más intensa. De la misma forma, interfieren de forma significativa en las actividades cotidianas y perturban a menudo el sueño de los afectados. La calidad de vida de los pacientes se ve deteriorada por los síntomas diarios y por estar condicionados a someterse a un tratamiento continuado. A su alrededor han surgido multitud de falsos mitos. Uno de los más extendidos es que todos los tratamientos para la alergia dan sueño. Algunos de los antihistamínicos dan somnolencia, pero actualmente existen diferentes tratamiento que controlan los principales síntomas sin provocar ganas de dormir.

Tampoco es cierto que las personas con asma siempre tienen alergia ya que no ocurre en todos los casos. La alergia es una causa de asma, pero no la única. Igual sucede con las otras enfermedades como rinitis, conjuntivitis o dermatitis, entre otras, que pueden ser debidas a otras causas. Las causas distintas a veces se identifican y otras no. La alergia es una reacción de defensa del organismo contra sustancias externas que penetran en el cuerpo. Esas sustancias pueden penetrar por el aparato digestivo (alimentos, medicamentos), por el aparato respiratorio (inhalantes), absorbidas por la piel (contactantes) o atravesando la piel (inyecciones, picaduras).

La palabra atopia seusa frecuentemente como equivalente a alergia, pero no son exactamente lo mismo. La alergia se refiere a la reacción frente a una sustancia concreta, mientras que la atopia se refiere a una gran facilidad para desarrollar alergia y para mantenerla, generalmente frente a muchas sustancias, y también con síntomas variados. Hay personas que se hacen alérgicas a alguna cosa, pero no por ello se les debe considerar como atópicas. El sistema inmune del cuerpo reconoce esas sustancias como extrañas e intenta neutralizarlas. Las personas sin alergia también las reconocen como extrañas, pero su organismo las neutraliza sin dañarse a sí mismo, mediante mecanismos llamados de tolerancia.

Las personas con alergia las intentan neutralizar por mecanismos que se vuelven dañinos contra el propio organismo, y causan los síntomas de alergia. “Igual que tenemos un sistema respiratorio, digestivo o cardiocirculatorio también tenemos un sistema inmune, que es el encargado de defender el cuerpo de los ataques exteriores. Vivimos rodeados de bacterias, virus, hongos, tóxicos, contaminantes, etc… Todas estas sustancias penetran en el organismo, y éste, para defenderse, tiene componentes que son células, los leucocitos o glóbulos blancos de la sangre, y las gamma-globulinas, conocidas popularmente como las defensas. Estos componentes actúan sincronizados, junto con otros componentes diferentes para mantener al organismo sin daños”, explica la doctora Nieves Jiménez, especialista en Medicina Interna de HPS. Para hacerse alérgico se necesita al menos un primer contacto con el alérgeno. Una persona se hace alérgica tras un primer contacto, o tras el segundo contacto, tras el tercero, o al cabo de numerosos contactos durante muchos años.

En un determinado momento empieza el proceso de sensibilización: la persona va formando anticuerpos llamados inmunoglobulina (IgE) frente a un alérgeno concreto. Inicialmente su nivel es bajo, o la cantidad de alérgeno es pequeña, y la persona aparentemente lo está tolerando bien. El nivel de IgE va subiendo, hasta que alcanza un nivel determinado a partir del cual el contacto con el alérgeno ya desencadena síntomas. Para que se den síntomas ha de haber suficiente cantidad de anticuerpos y de alérgeno; si la cantidad de alérgeno es pequeña, la persona alérgica aparentemente la tolera sin problemas. Además puede dar una falsa sensación de no tener alergia, y cuando la cantidad de alérgeno ya es mayor, entonces se desencadenan los síntomas.

Por ello, otro falso mito es que se pueda ser alérgico de nacimiento ya que las personas desarrollan alergia contra aquellas sustancias con las que tienen contacto. La alergia no está presente al nacimiento sino que se desarrolla con el paso del tiempo y frente a las sustancias que están en el ambiente de esa persona. En esa misma línea, no es cierto que las alergias sean genéticas porque un progenitor y su descendencia tengan el mismo tipo de alergia. “Se puede heredarla predisposición, es decir, la facilidad para desarrollar alergia en general. Como las personas se hacen alérgicas a las cosas que hay en su ambiente, es fácil que padres e hijos se hagan alérgicos a las mismas cosas, pero no porque se hereda esa alergia, sino porque comparten el mismo ambiente”, detalla la doctora Jiménez. Tampoco los alérgicos al marisco deben serlo al contraste yodado debido a que la alergia al marisco se produce por sensibilización a proteínas contenidas en estos alimentos, no por el yodo que puedan contener. Las reacciones alérgicas verdaderas al contraste son raras, y tampoco tienen que ver estrictamente con el yodo.

Los síntomas de la alergia son muy variados, y dependen de en qué parte el cuerpo se liberen los componentes químicos mencionados. En los pulmones, en los bronquios causa asma, en la nariz causa rinitis, y en los ojos conjuntivitis.

En la piel puede causar urticaria, andioedema o inflamación, dermatitis atópica, o dermatitis de contacto. Pueden aparecer síntomas digestivos con dolor, gases, vómitos o diarreas poco a muy intensas. Puede originar una mezcla de síntomas, y es lo que se llama anafilaxia. En la anafilaxia pueden aparecer malestar, mareos, y caída de la tensión o shock.

En este sentido, es falso que el shock anafiláctico, que requiere de atención médica de urgencia, provoque síntomas siempre. La realidad es que puede ocurrir en cualquier momento y sin síntomas previos. La sintomatología del shock anafiláctico es variable, pero son típicos el prurito en las palmas de las manos y las plantas de los pies, seguido de picor generalizado; erupción; dificultad para respirar; dolor abdominal; hinchazón de cara; mareo y pérdida de conocimiento.

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