“Debemos de huir de los desayunos azucarados”

26 March, 2018
José Luis Caballero, especialista en Nutrición y Dietética de HPS

En líneas generales el desayuno debe aportar los nutrientes que el cuerpo necesita para empezar el día. Necesitamos hidratos de carbono no refinados ni azucarados, algún lácteo, algún ingrediente proteico y alguna fruta. Pero lamentablemente eso no es posible en la mayoría de los casos, bien sea por la escasez de tiempo o incluso por la no tolerancia individual a determinada ingesta a primera hora de la mañana. Si a lo largo de la mañana logramos ingerir un lácteo, que puede ser un vaso de leche o un yogur, una porción de hidratos de carbono como puede ser un bocadillo de algún embutido poco graso, aporte proteico y una pieza de fruta, podemos considerar que es un desayuno más o menos coherente nutricionalmente en nuestro entorno, indica el doctor José Luis Caballero, máster y experto en Nutrición y Dietética de HPS.

De los desayunos azucarados es justo de lo que debemos huir y, precisamente, es muy frecuente ver que en el desayuno de un niño los ingredientes principales son bollería, galletas o cereales de desayuno con un altísimo nivel de azúcares y como acompañamiento suele incluirse un zumo industrial azucarado también. Ese tipo de desayuno nutricionalmente no tiene ningún interés ya que es una bomba calórica. El pan a ser posible debe ser integral, los cereales no azucarados y cómo no, el gofio puede ser una fuente de carbohidratos bastante acertada. La publicidad nos persuade de que los cereales comerciales son el alimento esencial de nuestro cerebro para comenzar el día, sin tener en cuenta el posible efecto no beneficioso que puede causar la ingesta excesiva de azúcar y grasa para otros aspectos de la salud.

Si en el desayuno de primera hora hemos realizado una ingesta ligera sí es conveniente tomar algo a media mañana que va a depender del lugar, tiempo, y disponibilidad de acceso a los alimentos que tengamos a esa hora, que suele ser a las tres horas aproximadamente del desayuno. Podría basarse en una fruta, algo de hidrato de carbono como por ejemplo una pequeña porción de pan relleno de un poco de embutido o queso. En cierta manera debemos aproximarnos al desayuno tradicional de hace algunas décadas antes de la eclosión de tantos preparados ultra procesados industriales para el desayuno.

En líneas generales y en cuanto a la composición cualitativa, no se tienen por qué diferenciar los desayunos de un adulto y de un joven. La diferencia estriba en cuanto a las cantidades y estas a su vez depende de la masa corporal y de la actividad física que desarrolle. Actualmente en los periodos de descanso en los colegios, los niños desarrollan una actividad física bastante menor que antes, con lo que lógicamente el desayuno y la media mañana no deben ser tan calóricos como si practicara deporte durante todo el recreo. Por otro lado la hidratación para compensar la pérdida por la sudoración debe ser con agua, no con refrescos ni con zumos azucarados.

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