UMI, cuidados vitales

10 juin, 2019
Antonio Fuentes, especialista en Medicina Intensiva de HPS

La unidad de Medicina Intensiva y Reanimación de Hospital Perpetuo Socorro es un servicio central que realiza su labor asistencial multidisciplinar con el apoyo puntual de otros servicios del centro hospitalario como Neumología, Cardiología o Hemodinámica, entre otros, con el objetivo de prestar una correcta asistencia sanitaria a los pacientes que ingresan en ella, bien por la gravedad de su estado clínico, o por la necesidad de monitorización y prestación de medidas terapéuticas de soporte vital avanzados.

«La misión fundamental de nuestro servicio es la estabilización y restitución, en lo posible, de la homeostasis del paciente ingresado, a través de nuestros recursos humanos y materiales propios», explica el doctor Antonio Fuentes Domínguez, especialista en Medicina Intensiva, que se encuentra al frente de esta unidad. Con él trabajan otros ocho intensivistas que, junto con los diplomados universitarios en enfermería (DUE´s) y auxiliares de clínica, conforman un equipo de profesionales que superan la veintena, y cuya labor conjunta y coordinada permite que los pacientes reciban la mejor asistencia sanitaria posible.

El servicio de Medicina Intensiva se define como la unidad asistencial en la que se presta la atención sanitaria precisa, continua e inmediata, a pacientes con alteraciones fisiopatológicas que han alcanzado un nivel de severidad tal que representan una amenaza actual o potencial para su vida y, al mismo tiempo, son susceptibles de recuperación. Para ello necesita de un tratamiento activo a partir de una serie de cuidados y técnicas que permitan estabilizarlos y concluir con éxito su tratamiento.

Se trata por tanto de una unidad esencial en el organigrama asistencial de HPS que permanece abierto las 24 horas del día durante los 365 días del año. Este servicio, inicialmente denominado unidad de Cuidados Intensivos y Reanimación, comenzó su labor asistencial en 1988. Desde entonces viene prestando sus servicios en la atención y cuidado de todos los pacientes graves que requieren de la actuación de un equipo médico y sanitario especializado, apoyado a su vez por unos equipos de alta tecnología.

Los ingresos en la UMI fundamentalmente se producen por tres vías. La primera son aquellos que han sufrido una intervención quirúrgica y que precisan, por la complejidad de la misma, una monitorización y asistencia en el posoperatorio inmediato, habitualmente de 24 horas, o en el caso de surgir alguna complicación, hasta la resolución de la misma. La segunda son todos aquellos pacientes que ingresan procedentes del servicio de Urgencias dada su gravedad; y la tercera es la atención de pacientes hospitalizados, que por agravamiento de su estado clínico, por cualquier causa, requieran de los cuidados y atención de esta unidad.

Y los resultados saltan a la vista. «Con los equipamientos de última tecnología que acompañan nuestro trabajo y los conocimientos sanitarios de un personal altamente cualificado hemos logrado que los pacientes con mayor mortalidad, por ejemplo en patologías como el infarto de miocardio agudo, se recuperen de forma espectacular», destaca el especialista en Medicina Intensiva.

Por todo ello, en los servicios de Medicina Intensiva, conocidos popularmente como Cuidados Intensivos o UVI, «no hay margen para la distracción, dada la complejidad de nuestros sistemas de monitorización, y la dificultad que supone la atención a nuestros pacientes debido a su gravedad. Junto a lo anterior, siempre damos una especial importancia al trato personal con los pacientes y sus familiares, desde el convencimiento de que el ingreso en UMI supone para ellos una situación de incertidumbre y estrés importante. Por todo ello, consideramos que es necesario mantener con ellos una relación cercana, y ofrecerles en todo momento la información más detallada y precisa posible», detalla el médico intensivista.

«Nuestro objetivo final siempre es que nuestros pacientes ingresados y sus familiares tengan la percepción de que se encuentran en el sitio adecuado para poder superar su grave proceso patológico y, a su vez, el convencimiento de que todo el equipo sanitario del servicio está volcado para la consecución de ese objetivo. Esto es, sin duda, lo que nos produce nuestra mayor satisfacción personal, y lo que nos motiva día a día para seguir mejorando, tanto en la formación personal como en la actualización de nuestros equipos médicos», asegura el doctor Fuentes.

En definitiva, «salvar la vida de nuestros pacientes gravemente enfermos es el fin último de nuestros cuidados asistenciales, así como restituir, en la medida de lo posible, el funcionamiento normal de los órganos dañados por la enfermedad, y tratar de conseguir la reinserción social y familiar de nuestros pacientes. Cuando lo logramos es cuando nuestra vocación médica cobra todo su significado y nos sentimos útiles a la sociedad», concluye el especialista en Medicina Intensiva de HPS.

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