Patologías digestivas en Navidad

3 Dezembro, 2018

La Navidad es, probablemente, el período del año en el que más excesos se cometen con la alimentación. Afortunadamente, en España se disfruta de una gran variedad y una excelente calidad de alimentos que prestigian internacionalmente la cultura culinaria nacional.

Esta circunstancia, sin duda, reduce el riesgo de que las personas sanas sufran consecuencias importantes por las transgresiones dietéticas de la Navidad. Sin embargo, «hay algunas personas que sufren padecimientos previos que pueden complicarse si no son lo suficientemente prudentes durante estas fiestas», advierte el doctor Juan Cabrera, especialista en Aparato Digestivo de Hospital Perpetuo Socorro.

Reflujo
Las complicaciones ocurren con mayor asiduidad en personas que padecen enfermedades del aparato digestivo, entre las que cabe destacar algunas por su frecuencia o por su gravedad. Uno de los padecimientos más frecuentes es el reflujo gastroesofágico (RGE), aunque habitualmente no reviste excesiva gravedad. La úlcera gastroduodenal fue hace varias décadas una enfermedad crónica muy frecuente, pero afortunadamente ha dejado de serlo y actualmente es muy poco habitual y fácilmente curable.

Entre los padecimientos crónicos, aun siendo poco frecuentes, cabe mencionar la enfermedad celiaca. «Los pacientes afectos por esta patología deben poner especial cuidado para evitar complicaciones derivadas de las comidas de estas festividades, dada la presencia habitual de harinas fundamentalmente de trigo en la repostería y en muchos alimentos precocinados. Por último, no podemos olvidar las graves complicaciones a las que puede conducir la intoxicación aguda alcohólica, que puede ocasionar gastritis agudas en personas previamente sanas y los graves daños sobre el hígado y el páncreas, que pueden asociarse a graves consecuencias», explica el doctor Cabrera.

El reflujo gastroesofágico se produce por una alteración en la función del anillo muscular situado en el extremo distal del esófago, que conforma un esfínter que actúa como una válvula para impedir el reflujo del contenido ácido del estómago hacia el esófago, cuya cubierta mucosa no soporta por mucho tiempo este contenido ácido.

Acidez
Las personas que padecen este trastorno deben evitar determinadas comidas como las que tienen un alto contenido graso, al retrasarse el normal vaciamiento del estómago. Otros alimentos de consumo más habitual en estas fiestas como el chocolate, el café y las bebidas de alta graduación afectan directamente a la función contráctil de esta válvula, lo que favorece la aparición de síntomas como acidez, ardor o incluso dolor en el pecho. En casos más extremos estas circunstancias llegan a producir úlceras en la cubierta mucosa del esófago, que eventualmente ocasionan hemorragias digestivas.

En el caso de la enfermedad celiaca, se trata de una afección de origen autoinmune, con notable influencia genética, desencadenada por la ingesta de gluten, una proteína contenida en el trigo y la mayor parte de cereales habituales en la alimentación humana, como la cebada o el centeno.

«La gliadina, un péptido derivado del gluten, pone en marcha una secuencia inflamatoria autoinmune que lesiona el epitelio intestinal. Las personas que la padecen notan hinchazón abdominal y episodios frecuentes de diarrea. El intestino de estos pacientes no puede absorber hierro, grasas, ni las vitaminas disueltas en ella, ocasionando pérdida de peso, anemia, descalcificación con graves consecuencias en casos graves o no diagnosticados a tiempo», relata el médico digestivo.

Exceso de alcohol
En torno a las consecuencias del exceso de alcohol, tan frecuente en estas festividades, hay que distinguir la intoxicación aguda, con efectos inmediatos sobre sistema nervioso. Esto provoca pérdida de la capacidad de reacción y del equilibrio además de trastorno visual, síntomas responsables del incremento de traumatismos por caídas o graves accidentes de tráfico. Se trata de un patrón de alcoholismo cada vez mas frecuente entre los adolescentes, alerta el doctor Cabrera.

Al margen de estos efectos agudos, la ingesta diaria de alcohol tiene efectos tóxicos que afectan al sistema nervioso central y periférico, al músculo cardiaco, al hígado y páncreas. Las personas que ingieren a diario un promedio de 80 gramos de alcohol, equivalente a una botella de vino, o 2 litros de cerveza o 300 mililitros de bebidas destiladas, tienen un alto riesgo de desarrollar estos efectos crónicos. En el caso de la mujer se podrían sufrir con la mitad de estas dosis.

Complicaciones
En muchos casos los síntomas de la enfermedad alcohólica crónica no son evidentes, pero son estos pacientes a los que en un momento determinado, un exceso puntual de la dosis de alcohol puede ocasionar graves consecuencias como es el caso de la hepatitis alcohólica aguda o una crisis de pancreatitis aguda. Ambas son complicaciones graves que pueden poner en peligro la vida de estos pacientes.

Por tanto la mejor medida es la prudencia, en el caso de pacientes con afecciones previas aún con más razón. «En personas que padecen RGE se puede minimizar la sintomatología retrasando la hora de acostarse al menos 2-3 horas después de comer o si los síntomas son notables recurriendo a fármacos que reducen la producción de ácido por la mucosa gástrica», concluye el especialista en Aparato Digestivo de HPS.

 

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