Infecciones alimentarias en verano

30 Julho, 2018
Doctor José Gómez, especialista en Aparato Digestivo y Medicina Interna de HPS

Con el aumento de las temperaturas hay una mayor incidencia de infecciones alimentarias debido a las altas temperaturas, que resultan ideales para su incubación. Comidas en fiambreras para picnics, barbacoas fuera de casa o fiestas en jardines constituyen situaciones de riesgo si no se toman las medidas adecuadas. Se estima que los casos pueden aumentar hasta en un 80% producto de bacterias, virus o parásitos que proliferan a causa del calor y los cambios en la rutina habitual y en las pautas de alimentación.

«Algunas enfermedades aparecen sin relación a las estaciones pero un número sorprendente de enfermedades infecciosas están relacionadas con una época del año. Por ejemplo, la influenza alcanza su mayor incidencia en el hemisferio norte entre octubre y marzo, probablemente debido a mayor actividades en espacios cerrados con grupos de personas, nivel de humedad deficiente y temperaturas más frías en la nariz. Por otra parte, hay una mayor incidencia de salmonelosis en Navidad y Año Nuevo (la gran mayoría por carne de pavo poco cocinada)», explica el doctor José Gómez, especialista en Aparato Digestivo de Hospital Perpetuo Socorro.

Las ensaladas que contengan papas, jamón o huevos son un medio de crecimiento bacteriano perfecto para varios organismos, incluyendo el bacilus cereus, estafilococos y salmonellosis, constituyendo este último un segundo pico anual de incidencia durante el verano, continúa.

La salmonelosis utiliza principalmente a los huevos y alimentos elaborados a partir de él como vehículo de transmisión, por lo que es preciso lavarlos cuidadosamente antes de abrirlos. También los alimentos elaborados con carne de pollo u otros derivados cárnicos y la leche no hervida pueden estar contaminados, asegura el también especialista en Medicina Interna.

Dolores

Suele presentar poca gravedad y en muchas ocasiones curarse en pocos días sin requerir siquiera atención médica pero nuevamente los grupos de riesgo ya citados es importante que reciban atención médica al sospechar su padecimiento. Diarrea, dolor abdominal de tipo cólico, fiebre más o menos elevada, cefalea, vómitos y a veces escalofríos son los síntomas más destacados, que pueden aparecer entre ocho horas y 72 horas después de ingerir alimento contaminado.

Respecto al futuro, el cambio climático global es inevitable, expone el doctor Gómez. El uso de los combustibles fósiles ha ocasionado el desarrollo de unos gases de efecto invernaderos dentro de la atmósfera causando cambios sin precedentes en el clima de la tierra. «Habrá, según un comité de expertos, cambios en los patrones del tiempo, con temperaturas elevadas que causarán fuertes lluvias, así como veranos secos y eventos extremos del tiempo (tornados, huracanes). Aunque estos acontecimientos pueden tener consecuencias directas para la salud (daños y desplazamientos poblacionales debido al estrés térmico) también probablemente causarán importantes cambios en la incidencia y distribución de enfermedades infecciosas, incluyendo enfermedades zoonóticas u originadas desde vectores (garrapatas).

Asimismo, enfermedades originadas desde los alimentos y el agua, y enfermedades con reservorios ambientales (enfermedades endémicas por hongos). Los cambios en los patrones del tiempo y ecosistemas, y las consecuencias para la salud del cambio climático, con el tiempo serán más severos hacia el norte de los países», asegura el especialista.

Señales

En cualquier caso, la mayoría de los casos de trastornos intestinales ve remitir sus síntomas en escasos días e incluso horas, dependiendo del microorganismo implicado. Las principales señales de su aparición suelen ser vómitos, dolor abdominal, diarrea y a veces fiebre. Si la febrícula es muy alta, hay sangre en las heces, el dolor es intenso, se presenta deshidratación o no remite el cuadro diarreico sí que es más que aconsejable acudir sin demora a un centro médico, advierte el doctor Gómez.

Por ello, para su tratamiento suele bastar con evitar los sólidos en una primera etapa para dejar descansar al sistema digestivo, reposar, ingerir abundantes líquidos a sorbos para mantener posteriormente una dieta astringente basada en alimentos como arroz blanco, papa hervida, pollo o pescado a la plancha o hervida, manzana sin piel o plátano hasta que ya con franca mejoría poder ir introduciendo el resto de alimentos. Eso sí, evitando el uso de antibióticos o antidiarreicos sin supervisión médica, concluye el especialista en Aparato Digestivo y Medicina Interna de HPS.