Dolor torácico, causas cardíacas

11 Junho, 2018

«Buenos días doctor, desde hace unos días me duele el pecho, se asocia una falta de respiración conforme camino y llego a notar incluso mareos y palpitaciones. Cuando paro me encuentro más aliviado en pocos minutos. Creo que algo no va bien». O bien «siento opresión en el pecho, últimamente padezco mucho estrés, apenas logro conciliar el sueño, estoy fumando más de la cuenta y tengo la tensión arterial disparada».

Son dos ejemplos que aparecen con mucha frecuencia en Urgencias o en las consultas de Cardiología, Medicina de Familia, Medicina Interna, Neumología, entre otras. El dolor torácico es una molestia muy habitual. Muchas personas son conscientes de la amenaza potencial que conlleva este síntoma y consultan ante la mínima molestia. Otras, sin embargo, incluso individuos con enfermedades graves, minimizan o ignoran esta advertencia. Las características y la gravedad del dolor varían significativamente entre pacientes y también en ambos sexos. Independientemente de la manera en que se describa, no se debe nunca restar importancia al dolor torácico sin explicar su causa.

Volviendo a los casos citados al inicio, son pacientes que pueden tener la misma edad y condición de salud previa, pero el enfoque clínico y quizás el resultado del estudio diagnóstico sea muy diferente, con también diferente pronóstico, explica el doctor Octavio Rodríguez, especialista en Cardiología de Hospital Perpetuo Socorro.

«La experiencia del clínico a la hora de evaluar al paciente marca la sistemática, en cómo diriges el interrogatorio (anamnesis), cómo buscas en la exploración física signos clave que den forma a una hipótesis diagnóstica, y cómo utilizas las diferentes pruebas complementarias que ayudan a confirmar o descartar ese diagnóstico, y también lo rápido y acertado que pudiera ser. En muchas ocasiones no se precisa prueba complementaria alguna, pero en personas con cierto perfil de riesgo es prioritario identificar el origen del dolor torácico, un síntoma potencialmente grave y que, quizás, no admite demora por las consecuencias que un diagnóstico impreciso o demorado comportaría», detalla el cardiólogo.

Dificultades de diagnóstico

«¿El corazón duele? Pues depende de cómo se mire. El corazón, los pulmones, el esófago y los grandes vasos proporcionan información ‘aferente’ a través de los ganglios del sistema nervioso autónomo a nivel torácico. Un estímulo doloroso que se origina en estos órganos se percibe en general como procedente del tórax, aunque como todas las fibras nerviosas aferentes llegan a los ganglios dorsales y se entremezclan, el dolor torácico procedente de tales órganos también puede percibirse (como dolor referido) en algún otro sitio entre el ombligo y el oído, incluidos los miembros superiores. Ello dificulta de entrada la precisión del diagnóstico. Los estímulos dolorosos provenientes de los órganos torácicos pueden causar molestias tales como opresión, desgarro, distensión con necesidad urgente de eructar, indigestión, pirosis o dolor. Además, con cierta frecuencia se describe el dolor torácico, como punzante o dolor agudo tipo pinchazo de aguja. Muchos pacientes con molestias de origen visceral no obstante niegan haber tenido dolor como tal», continúa el doctor Rodríguez.

Las causas cardíacas incluyen la angina de pecho, que se describe como un dolor torácico opresivo, a modo de pesadez centrotorácica (irradiada en algún caso a cuello o brazos), atribuido a la isquemia (falta de riego) del músculo del corazón (miocardio), y que se exacerba por lo general por el esfuerzo y mejora con el reposo.

En ocasiones se añade sensación de dificultad respiratoria, sudoración o náuseas. Según el tipo de población, es decir, dependiendo de su sexo, edad o patologías asociadas –como la diabetes por ejemplo, entre otras tipologías–, la angina de pecho puede manifestarse no como dolor torácico sino como un equivalente, esto es con sudoración, dificultad respiratoria o síncope (pérdida repentina y autolimitada del conocimiento).

La angina de pecho crónica y recurrente puede derivar en una angina denominada inestable, y en un infarto agudo de miocardio, englobados en la denominación más genérica del síndrome coronario agudo (SCA). Se trata de un cuadro clínico en el que el tiempo que transcurre desde el inicio y sin atención médica llega a traducirse en vidas perdidas, esto es, presenta una elevada mortalidad fuera del hospital al tratarse de una urgencia vital, excepto si se actúa con celeridad para evitar el sufrimiento miocárdico y el riesgo de muerte por parada cardíaca.

Patologías

Existe otro gran grupo de patologías no relacionadas directamente con la isquemia miocárdica, es decir, causas cardíacas no coronarias o no ateroscleróticas, de entre las cuales destacan la disección aórtica, la pericarditis y miopericarditis, y las valvulopatías.

La disección aórtica es mucho menos frecuente, y a menudo requiere una cirugía cardíaca emergente. Estos pacientes se presentan típicamente con dolor torácico anterior y posterior, y pueden describirlo como si algo se estuviera rasgando en su interior. Es un diagnóstico difícil, y los estudios de imagen, como el TAC, Resonancia… son definitivos para establecer el diagnóstico y la terapéutica.

La pericarditis y miopericarditis parten de una inflamación del saco pericárdico que en ocasiones se asocia también a una inflamación del músculo del corazón. El dolor torácico es típicamente pleurítico, esto es, tiene relación con los movimientos respiratorios, y se agrava estando acostado mientras suele mejorar conforme el paciente se incorpora. Las causas incluyen procesos infecciosos de origen vírico, medicamentos, trastornos autoinmunes y neoplasias, entre otros, señala el doctor Octavio Rodríguez.

Por último, en las valvulopatías, incluyendo la estenosis aórtica y el prolapso valvular mitral, dependiendo de lo evolucionado de la patología valvular cardíaca los pacientes pueden presentar clínica de dolores torácicos recurrentes, generalmente de carácter opresivo.

Pueden ser también dolores torácicos atípicos, en que el origen no está del todo claro y se requiere una estrategia de indagación y cuidados continuados hasta definir el diagnóstico y pronóstico, concluye el especialista en Cardiología de HPS.

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